El canguelo desequilibra la pizarra
INFORME TÉCNICO
José González, con unos cambios del siglo pasado, le arregla la papeleta a un Merino algo confuso. Partido académico y malo en el que vence el compromiso del que juega con diez.
Era un partido de entrenadores. El Betis, tras vencer en Cornellà, no iba a destaparse con el toque de diana; el Granada, con seis de seis en el zurrón de su nuevo técnico y a la espera de recibir en Los Cármenes a Espanyol y Rayo, tampoco iba a lanzarse a la conquista de Heliópolis. Así, la pizarra asomaba justita de tiza en la previa, a la espera de que el balón echase a rodar, temblorosa ante posibles garabatos y deseosa de un maestro con pulso firme y la chispa y la avidez para aprovechar los avatares del partido.
Y los hubo. Juan Merino, novato en la élite, salió airoso de su pares y nones. José González sufrió un ataque de pánico en el minuto 53, al ser expulsado Vargas y exigirle el partido los tres puntos, y alivió a su colega. Delantero por delantero, lateral por lateral y medio centro defensivo por medio centro defensivo. Cambios injustificables por más que los tres sustituidos estuviesen amonestados.
DEFENSA
Hombre precavido y con Montoya en dos cilindros, Merino puso la línea donde hay que ponerla, a salvaguarda de un contraataque como única arma posible del adversario. Así y todo, el Granada amenazó sin dar jamás, gracias no sólo a dos laterales anclados, sino al gran desempeño por delante de los centrales y de N'Diaye, éste bastión indispensable sobre todo cuando el Betis se quedó con diez.
En las jugadas a balón parado, los verdiblancos apenas concedieron un remate franco, de Barral, despejado brillantemente por Adán. Aunque, sin duda, el aspecto más determinante fue el trabajo colectivo y solidario: ver a Musonda aplicándose en tareas defensivas o a Rubén Castro, éste ya tras la expulsión de Vargas, ayudando al desubicado Petros, es la espoleta para mantener la puerta a cero y desequilibrar, ya fuese a balón parado o en una contra.
ATAQUE
Merino fue fiel a la idea de buscar más posesión de balón con Dani Ceballos y Fabián, pero el primer pase nunca salió limpio de N'Diaye y, metros arriba, el campo se acabó volcando hacia el lado de Musonda, por el propio magnetismo del belga y por las continuadas malas decisiones de Cejudo. Eso provocó la entrada de Jorge Molina, que abrió vías, como el juego en largo y la pausa para que se agregara gente a las jugadas. Acierto de Merino, quien se equivocó al sacar prontamente a Fabián cuando lo había reubicado bien como medio centro enviando a Dani Ceballos a la banda. Luego, sin soluciones en el banquillo tras la expulsión de Vargas, se encomendó a una jugada a balón parado o a un contraataque. Y así llegaron los goles.
VIRTUDES
La seguridad del equipo, transmitida a la grada, de que nada iba a ocurrir en inferioridad. El carácter de Merino, ni más ni menos.
TALÓN DE AQUILES
¿Por qué entran a la par en la lista Xavi Torres y Petros cuando jamás van a saltar ambos al césped (se hubiese entendido con Digard, central ocasional) y no un lateral como Varela en ausencia de Molinero, con Montoya tocado y teniendo el técnico en mente un ocasional relevo de Cejudo? Esa singular confección de la convocatoria puso en jaque al Betis.
UNO POR UNO
Adán Ayer le tocó el papel de portero de equipo grande: sobresalir en la inactividad, como en el desvío al cabezazo a contrapelo de Barral.
Montoya Midiéndose por su delicado físico, aguantó como pudo a Success.
Pezzella Sobrio y seguro por arriba.
Bruno Carácter tras la expulsión, lo que demandaba el equipo: un jabato.
Vargas Con una amarilla, huelga sacar la rodilla.
N'Diaye Otro que se vino arriba con diez. Un valladar. Antes, fallón con el balón.
Dani Ceballos Lo intenta aun en la dificultad de jugar el balón y no pierde el sitio.
Musonda Chispazos y compromiso.
Fabián Salió cuando más a gusto se hallaba al lado de N'Diaye. En la izquierda, regular.
Cejudo Trastabillado siempre.
Rubén Castro Desmarques constantes y trabajo en la banda. Y... a Biraghi, pero un gol.
Jorge Molina Ofreció vías de descongestión. Muy inteligente.
Joaquín Un córner a la cabeza de N'Diaye y una contra que pudo poner Heliópolis bocabajo si marca con un toque sutil.
Petros Su casta supera con creces una torpeza con el balón que regaló la cal a Foulquier.
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