El campeón ejerció como tal (2-3)

Copa de campeones

El Sevilla se lleva el título de juveniles tras derrotar al Celta en Balaídos por 2-3. Los de Agustín López logran el cuarto título nacional de la categoría en los últimos seis años.

El campeón ejerció como tal (2-3)
El campeón ejerció como tal (2-3)
José María López

11 de mayo 2013 - 17:53

Reválida histórica del equipo juvenil del Sevilla, que se impuso en Balaídos al Celta en la final de la Copa de Campeones (3-2), sumándose al título logrado el año pasado y a las Copas del Rey de 2008 y 2009. Los sevillistas, que no llegaban al presente torneo como favoritos pese a ser los que ostentaban el título, se impusieron contra pronóstico a un Celta que contó con el apoyo de Balaídos pero que cayó en la trampa de un Sevilla que, pese a ser el conjunto más joven del torneo, dio en la final otra lección de buen fútbol, orden y madurez.

Movió el once Agustín López para intentar sorprender a un Celta al que le afectaron sus bajas. Así, Abel entró en la banda izquierda en sustitución del gaditano Juanje. Con este movimiento, el técnico sevillista fortaleció el centro del campo, donde se asociaron Antonio, Borja Lasso y Curro para mover al equipo tanto en la creación de juego como en la recuperación, un plan que funcionó pues el Celta tuvo la posesión de la pelota pero muy lejos de las zonas de peligro.

La entrada de Abel en el once titular encontró su premio muy pronto. Concretamente en el minuto once, cuando un balón colgado tras una incursión por la banda izquierda del zurdo sevillista fue interceptado con la mano dentro del área por Jordan. Pavón cogió el balón, lo puso en el punto de penalti y adelantó al Sevilla con una tranquilidad extrema.

El primer paso estaba dado y el Celta se encontraba por primera vez en el torneo por debajo en el marcador. Santi Mina, el jugador más mediático del torneo, no aparecía y se desquiciaba con los sevillistas, que a base de orden y control llevaron el partido a donde les interesó hasta que el colegiado señaló el descanso.

El inicio de la segunda mitad fue un calco de la primera, porque el Sevilla sabía que podía hacer sangre. Con mucha más verticalidad, amplió distancias a los tres minutos, cuando una buena internada de Mode por la banda derecha fue rematada a las redes en el primer palo por el goleador Carlos Fernández.

Lógicamente el Celta se lanzó al ataque. No le quedaba otra. El favorito estaba siendo humillado ante su público y David Goldar pudo acortar distancias en el 57, pero su tanto fue anulado por fuera de juego. La desesperación se adueñó del cuadro celeste, que combinando no lograba acercarse al área de José Antonio y los balones colgados eran despejados por la seria defensa sevillista.

Todo parecía controlado hasta que el colegiado reclamó para sí los focos del partido. Su reparto de las tarjetas estaba siendo tan delirante como el que una final en la que está el Celta sea dirigida por un árbitro gallego. Y, por si no fuera suficiente, señaló como penalti en el 80 una acción en la que Santi Mina se tropezó solo. El gallego acortó distancias y tocó sufrir, hasta que en el 89 Juanje culminó con un buen disparo un contraataque bien llevado por Curro.

Por si le faltara algo al partido, el Celta aprovechó la única concesión de la defensa sevillista en el choque para poner el 3-2 en el 92 y el nerviosismo en los sevillistas. Pero si la madurez fue la característica del equipo durante todo el torneo, también lo fue en los minutos finales. La Copa regresa a Sevilla contra todo pronóstico pero con todo merecimiento.

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