Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
Betis E-Plus-Força Lleida | La crónica
Si no lo mandan a la lona y lo dejan KO, este Betis Energía Plus se levanta para noquear al rival de turno. Si no lo matan, termina matando. Así venció a un Força Lleida que llegó a ir ganando por 17 puntos y que acabó desfondado y pidiendo la hora sin llegar a los 70 puntos (el sexto de manera consecutiva al que le pasa en San Pablo) tras anotar 27 en el primer cuarto. El Betis acabó la primera vuelta invicto en casa y sumando el decimocuarto triunfo seguido en una jornada que parecía negra y tras la que acabó más líder si cabe, no sólo por la su exhibición tras el descanso sino, sobre todo, por las derrotas de todos sus perseguidores. Las cosas del baloncesto. Las cosas de la vida.
Han aprendido los de Curro Segura a sufrir. A ganar incluso cuando las cosas no están de cara para salir más reforzado que si se hubiese impuesto por 30 puntos. Y es que la puesta en escena no ayudó. La peor de la temporada, de largo, en todos los sentidos: anotación, acierto, defensa y actitud. Tiros alocados desde el perímetro, lanzamientos que se salían de dentro, una endeblez atrás digna de infantiles y una dejadez preocupante por momentos ayudaron a que el Lleida, todo efectividad, se viniera arriba a golpe de triples. Los de Djuran, con quien falló el scouting. Y eso que ya avisó la pasada jornada con un 4/7. Con 4/4 acabó un primer cuarto excelso en el que cualquiera de los visitantes encontraba espacios para mirar al aro con comodidad, mientras en el conjunto verdiblanco cada uno trataba de hacer la guerra por su cuenta equivocando la estrategia. Obcecados en reducir las distancias por la vía rápida (0/7 en triples en los primeros 10 minutos), el desacierto bético hacía que los jugadores se olvidaran del trabajo atrás pensando sólo en anotar en la siguiente acción, situación que aprovechaba el rival para seguir sumando puntos con comodidad hasta colocar Chapela, en una fácil penetración con alfombra roja de por medio, el 12-27 al término del primer acto.
Las alarmas se encendieron. Ninguno de los últimos cinco visitantes en San Pablo, más frío que nunca en este encuentro, había alcanzado los 70 puntos y el Lleida llevaba ya casi la mitad de ellos en 10 minutos. Mal asunto. Los de Curro Segura habían olvidado su seña de identidad y Stutz, un pívot, amplió la renta hasta los 17 puntos con su segundo triple (15-32).
Sólo Pablo Almazán entendió que había que cambiar el chip. En defensa todo siguió más o menos igual, pero el granadino empezó a aprovechar su mayor físico para sumar entrando a canasta. Pasito a paso. Hacía falta cabeza para entender que el Lleida no podría mantener el nivel de acierto y que había que llegar vivo a la segunda parte. Una canasta sobre la bocina de Stainbrook dejó el marcador 34-44 al final del primer tiempo y la sensación de que el Betis estaba en el partido, pues peor no lo podía hacer.
Y como si de darle la vuelta a un calcetín se tratara, en la reanudación el Betis cambió la cara. Si se fue a los vestuarios con un paupérrimo 2/11 en triples Obi metió el primero desde la esquina en el primer ataque. Bropleh acertó a continuación. Todo lo que no entraba antes lo hacía ahora y el Lleida, al contrario, no encontraba tiros cómodos ante un rival que elevó sobremanera su nivel defensivo. Djuran erró también desde más allá de la línea de los 6,75 metros su primer lanzamiento (5/6) y ya no miró más a canasta. Se apagó. Y con él su equipo, que con un parcial en contra de 10-0 (14-0 en total) en este cuarto vio cómo los locales empataban el encuentro (44-44).
La noche y el día. Sin el acierto exterior (8/14 en la primera parte y 1/11 en la segunda), los de Serna se desinflaron y la lesión de Stutz, en un choque fortuito con Obi, tampoco ayudó.
Justa tras esa acción Bropleh puso a su equipo por delante por primera vez en el encuentro y acto seguido anotó un triple en el que la pelota dio varias veces en el aro rebotando incluso muy alto. La suerte había cambiado. El partido, también.
Porque en cuanto el Betis tomó la iniciativa ya no la dejó. Mantuvo su nivel defensivo y en ataque encontró el camino hacia la canasta rival con facilidad ante un conjunto desfondado, pese a que llegó con opciones al último cuarto (59-54). Entonces Lluís Costa acabó por rematar al Lleida con nueve puntos casi consecutivas sin que los visitantes pudieran contestar. Si el Lleida logró 27 puntos en los primeros 10 minutos, en toda la segunda parte sumó 24. El poder de la defensa es infinito. Los partidos se ganan desde atrás y, aunque le costó, el Betis acabó por ejecutar su baloncesto para sumar un triunfo más, y van 15, y acabar siendo más líder de esta LEB Oro.
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