Balvin, el gigante checo que creció en Sevilla y es rival en el Obradoiro

El pívot, que llegó a Sevilla en 2010 con 18 años, es la apuesta del club gallego para retornar a la ACB

Aíto García Reneses da un clínic a los jóvenes de la cantera del Banca Cívica en enero de 2012, con unos jóvenes Balvin y Porzingis detrás.
Aíto García Reneses da un clínic a los jóvenes de la cantera del Banca Cívica en enero de 2012, con unos jóvenes Balvin y Porzingis detrás. / Belén Vargas

Con apenas 18 años un gigante checo aterrizó en Sevilla. Había destacado en el Europeo de la categoría y las buenas relaciones del entonces Cajasol con su agente, después de haber firmado a otra perla de Praga como Tomas Satoransky, propiciaron que Ondrej Balvin llegase a España para seguir su formación y empezar su carrera, aunque ya había jugado con el primer equipo del USK Praga.  

Enrolado primero en el filial de EBA, Joan Plaza lo hizo debutar en ACB en la última jornada de la fase regular de la 2011-12. Unos segundos apenas. Un mundo, quizás, para un niño espigado que se movía en la pintura algo despistado, casi sin saber dónde colocarse, abrumado por la situación.

Evidentemente estaba por hacer, por cocerse aún, y en ello se empeñó después un Aíto García Reneses que para darle confianza a jóvenes que se la ganan es único.

Poco a poco el chico tímido que disfrutaba en Sevilla paseando con su pareja y su perro se fue haciendo un jugador importante en la ACB. Tanto que al finalizar su contrato en Sevilla llamó a su puerta el Bayern Múnich, pero la aventura alemana no cuajó e incluso llegó a jugar contra el conjunto hispalense defendiendo el escudo del Estudiantes, pese a que sus derechos en España seguían siendo de la entidad andaluza. Esos derechos los perdió con el primer descenso a la LEB y el Gran Canaria lo enroló en sus filas. Después, dos años más en Bilbao antes de firmar con el Prometey ucraniano y hacer caja en varios clubes asiáticos para volver a España, su segunda casa, para enrolarse en un Obradoiro, en Primera FEB, que ha sacado la billetera para poder incorporar a un jugador que a sus 32 años está llamado a marcar diferencias.

Poco queda de ese chico que dio sus primeros pasos como jugador en Sevilla. Y apenas una persona quedará trabajando en este Betis Baloncesto de aquella época para saludarlo en Santiago como a algo más que un ex compañero. Casi como a un hermano chico. Y es que aquel Caja de los niños, de los Satoransky, Sastre, Hernangómez, Burjanadze, Balvin, Porzingis y Radicevic sigue en el recuerdo de muchos, aunque de niños tienen ya bien poco. 

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