Vivir y morir del triple
Coosur Real Betis 95-100 Barcelona
El Coosur Betis compite de tú a tú ante el Barça en una batalla desde los 6,75 metros en la que Higgins decidió para los azulgrana
El arbitraje, sin ser decisivo, de nuevo pesó en los verdiblancos, que sólo fueron cinco veces a la línea del tiro libre
Sevilla/Vivir y morir del triple. Es el resumen perfecto de un partido en el que el Coosur Real Betis le compitió de tú a tú al Barcelona, pero que acabó perdiendo por 95-100 porque, para ganar, hay que ser superior en algo al rival. Y no lo fueron los de Curro Segura, a los que por momentos le faltó un puntito más de intensidad atrás, puntos en la zona y unos colegiados más ecuánimes. No fueron decisivos, pero sí que tuvieron esa doble vara de medir con la que el técnico local era castigado con una técnica mientras su homólogo se metía en la pisa constantemente o para señalar falta, por ejemplo, en un soplido de Obi a Mirotic y no en varios dos contra uno sobre los béticos en los que las manos volaban por todos lados. No en vano, el cuadro verdiblanco sólo fue a la línea de personal en cinco ocasiones por el 16/21 del Barça con apenas cuatro faltas de diferencia: los locales nunca lanzaron un tiro libre aprovechando el bonus.
Sin embargo, fue Higgins el factor diferencial con su 8/11 en triples, que encabezó el 18/35 de su equipo (lanzó sólo 15/24 en tiros de dos puntos). Igual cifra firmaron los béticos para, en total, igualar el récord de triples en un partido de la ACB (36 en un Obradoiro-Real Madrid), pero al Betis le faltaron puntos por dentro (ocho puntos entre Whittington, Niang e Izundu) para tener alternativas y, sobre todo, ese pasito extra para llegar a puntear los tiros de un rival que siempre atacó sin demasiados problemas, aun estando incómodo en el choque por el acierto local. Y es que cuando Rivers, más acertado que otros días, puso el 80-83 Higgins respondió de inmediato y al falló posterior de Borg le siguió otro triple del escolta con el que el Coosur empezó a perder el choque. Es difícil ganarle a este Barcelona de los 41 millones de euros de presupuesto en una guerra a campo abierto, en la apuesta por el intercambio de golpes, aunque el Betis compitió y tuvo sus opciones.
Aguantó el Coosur el tirón inicial de un Barça que, mientras los locales aún se situaban en la pista, arrancó con un 0-12 fulgurante aprovechando los despistes del rival, los rebotes ofensivos y el acierto exterior. Si había quien soñaba con que los de Svetislav Pesic repitiesen su 1/16 en triples de Zaragoza en dos minutos ya acabaron con esa opción.
Reaccionó Curro Segura, que llamó a capítulo a los suyos y sacó a Rivers y Whittinton, amenazas mayores y mejores que Conger e Izundu. Y todo cambió. A golpe de triples de Rivers y Slaughter, el Betis llegó al partido frente a un Barcelona que creyó que los 38 minutos restantes serían como los dos primeros. Y una vez que los verdiblancos llegaron, ya no se despegaron. Los visitantes llevaron casi siempre el control del marcador, que no del partido, pero a los triples de unos (Delaney y Higgins le dieron una renta de siete puntos a los suyos) respondían los otros para sellar un dinámico primer cuarto con 23-28, con 5/8 desde más allá de la línea de los 6,75 metros para los sevillanos y un 5/9 para los barcelonistas, que contaron como extra con un activo Tomic bajo los aros, ese lugar que es el gran debe bético (ningún rebote ofensivo en los primeros 10 minutos, por ejemplo).
A los de Pesic no se les notaba ese supuesto cansancio de haber jugado (y ganado) en Kaunas el viernes. Tiene fondo de armario el técnico blaugrana para dar y regalar y fue Davies quien tomó el mando de las operaciones en el segundo cuarto, dando a su equipo una marcha más con su intensidad en la zona. El Betis sufría con Sipahi a los mandos y la anarquía del tiro exterior se impuso como dogma de ataque, ya que por dentro ni Izundu ni Niang son jugadores capaces de generarse sus canastas y aparte de muca lucha aportan poco de momento.
El conjunto de Curro Segura se dio cuenta de que atrás debía subir su nivel de agresividad para contener al Barça y los árbitros se cobraron esa situación con faltas. Algunas ridículas que empezaban a encender al técnico. Atascado con el base turco a los mandos, Slaughter se encargó de tirar del carro en ataque y Borg, en defensa. Le sacó una personal en ataque a Abrines, que decidió en Sevilla empezar a recuperar su acierto exterior, pero el conjunto hispalense contuvo al Barça para llegar al descanso con todo en el aire (45-48).
Tardaron los colegiados 19 segundos desde la reanudación en señalarle técnica a Curro Segura. Quizá se quedaron con las ganas en el primer tiempo. Y los de Pesic estiraron el marcador con un 0-7 de inicio. Lo frenó Conger, pero los azulgrana castigaron los errores béticos para alcanzar su máxima renta (50-63). Como en el primer acto paró el partido Segura y los suyos reaccionaron, como no desde el triple, algo de defensa y Obi. Apareció por fin en la ACB el ala-pívot. Se fue a los vestuarios con dos puntos y sostuvo a los suyos en el tercer tiempo con 14 puntos de todos los colores. ¡Hasta de tiro libre! Pero enfrente el Barça era más coral y si Higgins cogía aire en el banquillo aparecía Mirotic o Delaney para impedir que el Betis se acercara más. A 10 minutos del final, el 69-78 lo complicaba todo bastante, porque los verdiblancos no habían ganado hasta entonces un último cuarto en toda la temporada.
Sin embargo, los pupilos de Segura creían. Dos rebotes ofensivos en el primer ataque para que Slaughter recortara distancias con un triple. Y tras un intercambio de pérdidas y errores, otros dos rebotes ofensivos desembocaron en otro triple de Obi (75-80). Y otra acción similar en el 77-80, también de Obi, con seis minutos aún por delante. Había partido en San Pablo. La guerra del triple entró en una vorágine imparable. Anotó Kuric (completamente solo, lo que es un delito), replicó Rivers y respondió Higgins por dos veces, para acercar Obi a los suyos, esta vez con un 2+1 (83-89). Pero el Betis no supo parar. Quizá no tenía elección porque por dentro no se generaba nada más que algún rebote y por fuera ni Sipahi ni Oliver imponían su ritmo. Entonces se empezó a estrellar contra el aro el cuadro local mientras Higgins y Mirtic no perdonaban en la otra canasta para llevarse de San Pablo una victoria en la que uno vivió del triple y otro murió de él.
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