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El beticismo ya se moviliza

La base se mueve en las redes sociales contra la intervención judicial y un consejo apoltronado. Las plataformas aguardan el estallido de Heliópolis.

Manuel Domínguez Platas, en el palco, tras béticos con sus bufandas.
Javier Mérida / Sevilla

16 de abril 2014 - 05:02

El beticismo ya no aguanta más. O quizá habría que decir parte del beticismo. Pese a que la anestesia que lo caracteriza se haya acentuado en fechas tan especiales en la que muchos tratan de evadirse del fútbol, en las redes sociales se observa ya que, por fin, el lógico inconformismo está a punto de estallar.

La práctica asunción del descenso de categoría ha acabado por alertar a una afición aburguesada que ha soportado un desmán tras otro de los actuales mandamases y que aún no ha explotado contra el palco. En las redes sociales ya se habla incluso de un nuevo 15-J cuando están a punto de cumplirse cinco años de aquel que debió cambiar para bien la vida del Betis pero que se ha revelado tan absurdo como ineficaz, toda vez que cada día son menos los que dudan de que ha podido ser peor el remedio que la enfermedad.

Y así, con el club destrozado y un consejo de administración recién apoltronado que no tiene intención alguna de dimitir ni en la consumación del fracaso, el bético de a pie trabaja ya en la estrategia a seguir para mostrar su repulsa a esta especie de okupas judiciales a los que la generalidad ve incapacitados para sacar a la entidad de donde ellos solitos la han metido.

Así nació el 15-J. En una situación de hastío generalizado. Aunque las diferencias fueron dos. La primera es que entonces existía un enemigo común para los béticos con boca y ojos que atendía por Manuel Ruiz de Lopera y hoy, empero, los perros son muy distintos aunque el collar siempre sea el mismo: Mercedes Alaya, José Antonio Bosch, Miguel Guillén, Francisco Estepa, Manuel Domínguez Platas... Todos ellos son los que, desde dentro, han tomado, muy mal asesorados también porque no han sabido escuchar a los béticos de verdad -gente profesional y de fútbol-, las decisiones que han llevado al centenario club verdiblanco a la actual encrucijada.

La otra gran diferencia estriba en que las plataformas que auspiciaron aquella movida del 15 de junio de 2009 no son hoy tan beligerantes como hace un lustro. Se mueve de igual forma el beticismo de a pie y corre muy a favor Por Nuestro Betis (PNB), pero tanto éstos como, sobre todo, la Liga de Juristas (LJB) y Béticos por el Villamarín (BxV) juzgan que el principal beneficiado de cualquier iniciativa sería Lopera. Y esa indecisión lleva dos años silenciando tropelías y algún tiempo menos estrangulando al Betis.

El miedo al posible retorno del máximo accionista -algunos ya lo ven inevitable- está frenando una acción social de justicia como la que merece la ocasión. Pero el beticismo va más allá de unos cuantos sindicados o agrupados y quizá más de uno cambie de opinión el día que Heliópolis, ya sea frente a la Real Sociedad o el Valladolid, se pronuncie.

Es lo que preparan los béticos, una propuesta sonora en el estadio. Los principales destinarios son la administración de justicia, por su dejadez con el Betis y cómo está dejando que se eternice una situación de provisionalidad, y el actual consejo de administración, abigarrado en torno a un cordobés al que ya repudian no pocos accionistas tras su esperpéntica puesta en escena diciendo que no sabía nada y su actuación en la Junta Extraordinaria. Otros no olvidan a la FEF y los arbitrajes, pero quien mucho abarca poco aprieta y los motivos endógenos parecen indiscutiblemente más serios.

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