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Tres avisos y el toro vivo a los corrales

La impericia de los atacantes en la suerte suprema del remate condena al Sevilla · La entrada de Reyes frena el ritmo de juego

Juan Antonio Solís / Sevilla

22 de abril 2012 - 05:02

Los atacantes sevillistas se dejaron vivo el toro que tenían delante -un día después de ver a Manzanares recetar dos soberbios estoconazos en la Maestranza...- y con ello cercenaron buenas partes de sus posibilidades europeas. No es la primera vez, ni la segunda, que el equipo de Nervión malogra hasta una decena de ocasiones, algunas clarísimas, ante un rival que por contra aprovecha las contadas que tiene. Tuvo la pelota porque el Levante se la dio, la movió de un lado a otro con sentido en la primera parte, llevó el partido por los derroteros que pedía Míchel... pero la perseverancia en los errores en la resolución de los ataques lo condenó.

Defensa

El Levante lleva toda la Liga con un ataque bastante primario pero de lo más eficaz: todos juegan por detrás de la pelota excepto Kone, quien actúa aislado arriba, pero con una tremenda movilidad y un prodigioso manejo de los espacios. El marfileño, del que afortunadamente no hay noticias sobre sus gravísimas lesiones, se mueve por todo lo ancho del terreno de juego con una acentuada intuición para adivinar qué pasillo puede aprovechar su equipo al contragolpe. Por detrás, en cuanto los granotas recuperan la pelota y sorprenden a la zaga del rival adelantada, Valdo sale con su velocidad, que aún es aceptable, mientras Barkero es el lanzador, el que da el último pase o suelta el latigazo con su finísima zurda. Ante el Sevilla, esa táctica les volvió a dar réditos.

Ataque

Cala, la novedad en el once inicial de Míchel, dio otro aire al equipo desde el costado derecho. Se desdobló con Navas, coordinándose e invitando a veces al palaciego a probar por zonas interiores, lo que hizo con acierto en varios pases desaprovechados por los rematadores. Por el otro costado, Fernando Navarro también secundó a Luna, como se vio en el gran centro del 1-0, y todo contribuyó a abrir el juego para provocar fisuras en la tupida telaraña que dispone el Levante.

Por dentro, Trochowski, a su ritmo diésel, descargó con criterio el juego a una u otra banda y las llegadas se sucedían. Arriba, sin embargo, Del Moral volvió a evidenciar que es más cuando hay espacios y metros por delante, y no tan cerca de Munúa. Se ahogó entre los centrales, como Negredo. ¿Reyes? Sin ritmo alguno, cortó el del Sevilla con sus numerosas pérdidas de balón.

virtudes

El juego colectivo de la primera parte, abierto por las alas.

talón de aquiles

Su impericia en la suerte suprema.

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