De cómo atropellar el fútbol sin necesidad
getafe - sevilla · el otro partido
Emery palía las bajas en la mediapunta con un invento con el que renunció a la medular pese a alinear a cuatro 'medios'. Las lesiones de Mbia y Iago Aspas no cambiaron el plan.
En el fútbol está casi todo inventado. Es cierto que es un deporte en constante evolución en el que, históricamente, la tendencia ha sido ir reduciendo el número de atacantes para pasar de los cinco que había antiguamente (la línea del miedo, la delantera Stuka, la delantera de cristal, los cinco magníficos...) al único delantero centro que suele aparecer en la actualidad. Con el tiempo, los técnicos han ido buscando achicar los espacios, con lo que ha sido muy necesaria la aportación de los hombres de la segunda línea o la tercera, los interiores o los laterales, para ayudar a descerrajar a unas defensas cada vez más pobladas. Unai Emery, en cambio, realizó en Getafe un planteamiento extraño en el que apostó por tres delanteros, algo que podría tacharse incluso de inédito, porque cuando los equipos se situaban con cinco atacantes había dos extremos y dos interiores. Ayer renunció a los extremos y, casi, a los interiores. Renunció al fútbol. Fue un atropello.
Seguramente, Emery no quería decir lo que dijo cuando afirmó en la previa que el de Getafe era "el partido más importante del año". Quería ilustrar sobre la necesidad de anteponer el presente a cualquier otra persepectiva. Pero lo que logró fue autopresionarse de tal forma que sólo vio la salida de desandar todos los caminos y obturar el fútbol de forma primitiva.
Y las bajas no pueden ser excusas. Hasta dos oportunidades le dio el partido para cambiar un plan que, se vio desde el principio, consistía en el juego directo en busca de uno de los tres delanteros, Iborra, para que bajase el balón y les diera posibilidades de remate a los otros dos, Iago Aspas y Bacca. Sin embargo, bien pronto se vio que eso también implicaba la renuncia del juego en la medular, en la que apenas Banega tenía algo de clarividencia para acarrear balones arriba pero no encontraba ni interiores, ni extremos, ni laterales, ni nadie que no fueran esos tres nuevescerraditos en la corona del área a quiénes darles el balón. Y también se vio que el equipo se partía en dos. La medular era un erial.
El atropello continuó pese a la temprana lesión de Mbia. Y Emery perseveró en el error. Pudo sacar entonces a Denis Suárez para acompañar a Banega en la labor de mediapunta o interior. O pudo sacar a Deulofeu para darle al equipo algo de juego exterior y desborde, visto que el plan apenas funcionó en una gran dejada de Iago Aspas que Iborra tiró fuera. Pero recolocó a Coke como medio...
El partido aún le daría otra ocasión de enmendar la plana. Sin embargo, cuando se lesionó Iago Aspas, el único de los tres con verdadero fútbol para encontrar espacios y abrir vías arriba, sacó a otro delantero puro: Juan Muñoz.
La idea de Iborra como segundo punta puede funcionar si es el encargado de bajar los balones. Pero en esa posición también debe tener elasticidad y coordinación en el área para acomodarse rápidamente al remate. Y el gigante valenciano no tiene estas cualidades. En Getafe, como en el Bernabéu, se volvió a apreciar claramente.
Sólo después del empate, Emery quiso amansar el fútbol metiendo a Denis por Bacca. Pero ya era tarde y el gol del Getafe en la enésima contra -las líneas estaban muy abiertas con ese inoperante 4-3-3- fue el justo castigo a un atropello absurdo. El partido fue un horror y si algún aficionado neutral se hubiera parado a verlo sin espantarse se podría haber hecho esta pregunta: ¿Los de blanco eran los cuartos de la Liga?
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