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Una apuesta que se quedó a medias

Aíto modela una escuadra juvenil competitiva para apuntalar el proyecto aunque los líderes previstos y los novatos en la ACB no ejercen los papeles asignados.

Aíto alza los brazos en el encuentro en casa del Lagun Aro.
Juan De La Huerga / Sevilla

21 de mayo 2013 - 05:02

La evalución de las apuestas hay que hacerla al final, viendo el resultado. En su día, cuando se hicieron, pudieron ser acertadas, apropiadas, exigentes, poco ambiciosas... y, pasado el tiempo, llega la reflexión. ¿Se han visto cumplidas las expectativas? ¿En qué hubo fallos? ¿Dónde radicaron los aciertos? ¿Es merecido el puesto de la clasificación? El Cajasol decidió empezar a reinventarse no ahora, hace un tiempo, cuando fichó a Satoransky y Sastre para ir haciéndolos a fuego lento en la cocina de San Pablo. Luego fueron alistándose más chavales para la causa.

Para el experimento, modelar un equipo plagado de chavales con un prometedor futuro, se firmó al mejor instructor de jóvenes que ha dado el baloncesto de élite español: Aíto García Reneses. El técnico madrileño, que nunca pecó de temeroso en su carrera, era perfecto como reclamo para el club y por su metódico trabajo con tropas de imberbes soldados. En este punto, el Cajasol dio en la diana, pues a Aíto no le tembló el pulso para poner a jugar a los chavales, como así había sido hablado cuando fichó.

Ya es harina de otro costal el análisis sobre los presumibles líderes que debían dar un paso adelante en esta plantilla con mucha menos pompa que la anterior -sin Davis, sin English, sin Calloway, sin Urtasun, sin Jasen- y el poco protagonismo de los estadounidenses novatos en la ACB, salvo al inicio Asbury y, sobre todo, el talento, aunque según el día, de Holland.

Por eso el resultado de la apuesta es un suficiente o acaso un bien, sin llegar al notable: bueno por afianzar el futuro desde la base, malo por no estar tan bien rodeados los canteranos como había previsto la dirección deportiva.

Los números cantan y la clasificación no ha sido buena -decimoquinto-, aunque también gritan los datos una evidencia: el Cajasol se salvó cuando quedaban aún tres jornadas para terminar la fase regular; no está mal siendo un plantel tan inexperto. Aun así, no sentó bien en el club que el final fuera tan poco competitivo, excepto en Manresa. No hubiera sido lo mismo ser duodécimo y escocieron las derrotas en Valladolid, contra el Bilbao Básket y el Fuenlabrada.

Es curioso que éste haya sido el segundo peor puesto en 24 campañas cuando tampoco ha pasado tantas apreturas, mayormente tras su radiante triunfo en el feudo del Lagun Aro.

"Ha quedado una plantilla para dar espectáculo". Ése era el mensaje, pero no resultó certero -peor anotador de la Liga-. A Satoransky, Balvin y Tepic, por cosas de los calendarios FIBA, se les solapó la actividad con sus selecciones con la pretemporada. Además, la directiva decidió competir en Europa sin que al cuerpo técnico le hiciera demasiada gracia embarcarse en esa aventura.

Temprano se apreció que la imponente dupla de bases no funcionaba, que a los estadounidenses les costaba adaptarse, que los primeros espadas estaban superados y que a los jóvenes les pesaba el nerviosismo al percatarse de que la nave no zarpaba, sino que había encallado antes de partir. Un solo triunfo en ocho jornadas con algunas palizas (Estudiantes, Obradoiro, CAI) y un bloqueo mental al que recurrió muchas veces Aíto para explicar qué ocurría. El juego interior generaba poco y por Buckman, lesionado sin retorno, vino Dozier. La maldición del cuatro derivó en el rápido adiós del yanqui. Solucionó el club la incertidumbre en la dirección con Blakney, un base muy veterano.

Saltaron las alarmas tras 10 jornadas y una sola victoria que echarse a la boca. Williams se convirtió en el tercer refuerzo interior y el equipo se robusteció. Comenzaron las campanadas alegres, primero en Bilbao y luego en Málaga -algo histórico- y Valencia, e incluso en el Pionir serbio. Carburaba ya el motor, mediada la segunda vuelta, hasta que la baja de Williams pareció desconectar al resto, pese a los triunfos sin su presencia contra el Estudiantes y en la Fonteta. Vino Mensah-Bonsu y el equipo se iba hacia el precipicio sin freno...

Sacó adelante un partido de coco y huevo frente al Joventut y una finalísima en San Sebastián con Satoransky y Sastre estelares, más la aportación esencial de Mensah-Bonsu con aquel palmeo. Ahí, aliviada, la plantilla se fue de vacaciones, o esa impresión dio.

Aíto dirá en breve si sigue y no tardará Satoransky. Con menos dinero deberá plantear el curso venidero el club, que se congratula de que Sastre, Balvin, Burjanadze, Porzingis... hayan sido fogueados. Hay algunas dudas: Triguero sólo se quedará a la baja y Bogdanovic, igual. Caixabank quiere elevar el valor de marca vendiendo mejor el producto. Por cierto, vender es un verbo que se ha conjugado demasiadas veces últimamente por las oficinas del club.

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