Cuando apenas queda el orgullo

El Betis acaba con dignidad un partido en el que lo obligaron a vaciarse · El Atleti había anulado a Beñat, sin socio para tocar.

Mario Suárez mete el brazo a Agra para que no progrese.
Javier Mérida / Sevilla

27 de septiembre 2012 - 05:02

Dignidad. Cuando la impotencia consume a un equipo por decisiones tan equivocadas como dos expulsiones en momentos claves, una fruto de un penalti en contra en el que no hay agarrón sino una mano que acompaña -aun interpretando penalti, además, no sería roja porque la ocasión de gol no es manifiesta- y otra cuando el penalti sí debió ser señalado en el área contraria, apenas queda tirar de orgullo y tratar de sobreponerse a tanta adversidad con educación, sin malos modos y buscando el empate con la una fe que, si no intacta, sí anidaba en la mente de más de un futbolista verdiblanco viendo que el rival, decididamente, había bajado los brazos y se dedicaba a especular.

Defensa

En la primera mitad, el Betis fue amorcillándose por momentos en las cercanías de Casto. Mel había optado de nuevo por un equipo con dos extremos, un delantero y un mediapunta, los mismos hombres que frente al Espanyol, y el partido vino a demostrar que Beñat necesitaba un socio en el mediocampo. El Atlético supo presionar al vasco y a los centrales en la salida del balón y al Betis le costó pisar terreno rojiblanco. Encima, por estar Beñat tan solo, le costó combinar en el primer pase y las numerosas pérdidas fueron acercando el balón a Falcao. Perquis y Mario lo sujetaron bien salvo en la jugada del 1-1, en la que el canario falló, Nacho fue en la ayuda pero no la recibió de Juan Carlos y el francés no llegó a un balón que sí remachó el colombiano en las narices de Casto.

Luego llegaron el presunto penalti de Perquis, quien apenas rodea a un Falcao que se tira, y el tercer gol en la segunda jugada de una estrategia mal defendida. En inferioridad, con diez y con nueve, no sufre porque el Atlético no aprieta.

Ataque

Llegó poco el Betis y, sin triangulación, lo hizo por las bandas. Y ahí se gestaron dos goles en dos jugadas afortunadas. La buena suerte, empero, se le volvió contraria en forma de árbitro y, cuando Beñat la tuvo más, cuando halló en Nono a un amigo y el equipo se estiró, como pudo, en pos del gol, sufrió el mazazo anímico de un penalti no pitado y otra expulsión. A raíz de ahí, se colocó como pudo y, al menos, no bajó los brazos.

Virtudes

En el diez contra once supo qué hacer con el balón. No tiró la toalla y ofreció una imagen seria y competitiva siempre.

Talón de Aquiles

Mientras hubo partido se aculó y le faltó combinación de balón.

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