El alumno listo y los aplicados
Eibar - sevilla · el otro partido
Reyes pone la clase en un Sevilla de orden que mete presión al Valencia.
Que Unai Emery es un estudioso obsesivo del fútbol no es nada nuevo. Cada vez que se les pregunta a sus jugadores sobre la forma de trabajar del entrenador, la respuesta siempre incide en su obsesión por analizar a los rivales e incidir machaconamente en el plan a seguir. Pero que su equipo, su plantilla, siga al pie de la letra la lección dictada por el profesor cada tres o cuatro días es responsabilidad ya de los futbolistas. El Sevilla, el equipo, juegue quien juegue -ayer hubo siete refrescos en el once inicial-, es un alumno aplicadísimo que hace puntualmente sus deberes día tras día, sea la lección que sea. Tocaba la pana de Ipurúa y también salió ganador. Ya van 15 partidos sin perder.
El Sevilla suma y suma y continúa metiendo presión al Valencia, que jugará hoy en Vallecas sin margen de error. Y esa contumacia competitiva llega por mil vías distintas. En Ipurúa, Emery optó por el repliegue intensivo con dos torres por delante de la defensa, Mbia e Iborra, y dos delanteros puros, en un pequeño giro hacia un 4-4-2 más nítido de lo habitual, a sabiendas de que era una renuncia casi absoluta al balón... aun con Reyes, el mago siempre esperado. Salvo en esa fase en que se desconectó por la perseverencia del propio Reyes en jugar fútbol de salón y salirse del dictado, sacó adelante el pleito con pasmosa tranquilidad. El orden del equipo y la clase del anárquico Reyes -un agujero en defensa- dieron en un nuevo modelo, igual de ganador.
El estado técnico y anímico del Eibar hizo el resto y gran parte del partido fue como un ensayo para los días de emociones fuertes que restan en los que, por fases, al Sevilla le tocará replegarse y contragolpear. Sin Banega ni Denis Suárez hasta el tramo final, era día de fútbol directo. Y ahí Reyes fue clave en sus contadas apariciones, siempre estelares, siempre decisivas. El utrerano fue el listo de la clase. Y también el más desaplicado. Él es así.
Dio el excepcional pase de gol, sólo para privilegiados, a Bacca en el 0-1; sacó la falta del 0-2; y luego se perdió en amagos a la nada. Cuando parecía más desconectado, cometió un error, una pérdida frivolona por la que recibió la regañina de Kolodziejczak, uno de los aplicados de la clase: fue el córner del 1-2. Pero luego, para mandar callar a todos, finiquitó el pleito con un golazo de clase. Bacca, enorme su demarraje, le devolvió el pase del 0-1. Y Reyes, el listo de la clase, hizo bueno el trabajo de los alumnos aplicados.
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