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'Ley seca' en los bares del entorno de la Magna

Sin alma, sí, ...pero tocando desde atrás

El Sevilla da la impresión de importarle menos el fondo que las formas y al rival le es fácil robar el balón presionándolo arriba

Spahic y Fazio rodean a Falcao antes del penalti.
Jesús Alba

26 de noviembre 2012 - 05:02

El fútbol ha llegado a un punto en el que, a veces -demasiadas-, son más importantes las formas que el fondo, o lo que es lo mismo, la imagen que el resultado. Al Atlético le costó muy poco hacerse con el partido y merendarse a un rival al que había estudiado, un equipo que se enreda él solito en su defensa, con balones que pasan por los cuatro zagueros para acabar en Palop, siempre en Palop, antes de la pérdida por la presión del contrario.

Es un vicio de este Sevilla desde la época de Manzano, que se olvidó un poco en el periodo -corto- en el que lo dirigió Marcelino y que ahora ha vuelto mucho más acusado. Lo paradójico es que así, con el regalo de Adrián a Reyes, ganó el derbi hace siete días, pero ayer volvió a recibir la misma medicina. Y es que este Sevilla de Míchel que sale fuera de casa sin intensidad, sin alma y sin tensión siempre saca el balón jugado desde atrás. Eso está muy bonito en el fútbol, lo hace fantásticamente bien el Barcelona, pero le cuesta los partidos al Sevilla. El penalti y la expulsión -injusta- de Fazio en la jugada que significó el 1-0 fue la clave del partido y lo que destrozó al Sevilla. ¿Cómo se originó? Intentando sacar el balón y regalándolo a un contrario, como Adrián a Reyes. La diferencia fue que el pase en vez de a cinco metros fue a veinte.

Defensa

Sin Medel no hubo presión alguna y robar era una tarea imposible. Agresividad cero, tensión nula, amor propio sin aparecer... Al Calderón salió un Sevilla sin alma, con Maduro constantemente superado y con la defensa hecha un lío por el simple hecho de que Simeone acumulaba dos puntas en el área, Diego Costa y Falcao.

La respuesta de Míchel, ya con todo el pastel hecho, fue retrasar a Maduro e incrustarlo entre los centrales, regalando así los metros de delante de la media luna, donde el Atlético no quiso hacer sangre de verdad, aunque el cuarto gol llegó con un tiro sin oposición desde ahí. Si hubiera pretendido que los laterales salieran -como dijo en la sala de prensa-, Botía y Spahic se habrían abierto y los tres centrales no se separaron más de cuatro metros en toda la segunda mitad.

Ataque

El Atlético asfixió a Jesús Navas y no hubo circulación. Empeñado en salir desde atrás, hasta saques de banda en campo rival acababan en Palop. Reyes, Rakitic y Perotti fueron los únicos valientes que intentaron conducir y pedían la pelota.

Virtudes

El 5-1 del derbi.

Talón de Aquiles

Sigue sin competir fuera de casa.

Uno por uno

Palop. Salvo en el cuarto gol, responsabilidad suya aunque le el lanzador tuvo metros libres por delante, poco pudo hacer en el resto. Con los pies no fue el que más falló ayer, pero el equipo juega demasiado con él.

Cicinho. No se entiende que se resbalara constantemente. No dio una a derechas y estaba siempre despistado.

Fazio. La expulsión en el penalti fue a todas luces injusta, pero la jugada tiene su origen en una pérdida suya, cuando, con todo a favor, le da el balón a un rival.

Spahic. Un pésimo encuentro el suyo. No sabía si ir a Falcao o a Diego Costa y no iba a ningún lado. Torpe y regalando pelotas.

Fernando Navarro. De menos a más. Empezó con dudas y acabó de los más dignos, pero eso es muy poco en el día de ayer.

Maduro. Superado y sin ritmo como medio centro, Míchel lo metió entre los centrales no se sabe muy bien buscando qué.

Jesús Navas. Sin ninguna ayuda, entró al partido a disgusto y no se metió nunca. Las continuas pérdidas del equipo no le beneficiaron.

Rakitic. Fallón en el pase, aunque la pedía, algo que no podían decir todos ayer. Pero con un punto negro al autoexpulsarse con dos amarillas absurdas.

Kondogbia. Está muy, muy verde. Perdió infinidad de balones e impidió salir al equipo. Dos veces titular: dos chascos. Que conste.

Reyes. Lo intenta y eso nadie se lo puede negar. Buscó conducir, aunque, como todos, tuvo fallos.

Babá. Un delantero extraño. Capaz de hacer el ridículo en un control y de protagonizar un buen movimiento y disparar sin pensárselo, pero... no.

Botía. Lento en el segundo gol y en general toda la tarde.

Perotti. Lo intentó y puso fuerzas llevando balones arriba.

Javi Hervás. Intrascendente.

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