La alegría, ese bien tan escaso
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El Sevilla busca reverdecer viejos laureles y dejar atrás las pesadillas de las últimas humillaciones del Real Madrid. Los de Míchel han empezado mejor, o eso parece.
El pesimismo se ha instalado en nuestra sociedad. Los gurús de la economía se han salido con la suya y nos han metido el miedo en el cuerpo a todos, algunas veces con más razones que otras. El fútbol, otrora salidero evasivo para unos ciudadanos menos ricos pero más felices, también ha sido permeable a esta epidemia que nos invade y que tiene su último episodio en la sospecha de que, como en otras ocasiones sucedió, la reforma energética programada por el Gobierno acabará penándola el currante de a pie. Cómo será esta infelicidad que incluso uno de los más ricos y mejores futbolistas del mundo -lo de guapo es muy, muy discutible- está triste, cosas de la empatía caritativa. Y en el Sevilla, pues andan igual. Por eso, el equipo, el club en general, quiere darse un alegrón que dé un giro sustancial a la sombría y desunida realidad del momento.
Hoy visita el Real Madrid el Ramón Sánchez-Pizjuán, algo que en otros tiempos más bonancibles era motivo de fiesta grande por Nervión. Entre otras cosas porque, aunque no con la asiduidad que hubiesen querido sus fieles, el campeonísimo equipo de la capital de España ha sufrido bastante en sus visitas al Sevilla. No hay que recordar que esta regla con sus excepciones se rompió abruptamente en los últimos años, justo desde que José Mourinho llegó al banquillo merengue y acorazó con hambre de sangre y gol a lo que siempre fue un superequipo de fútbol. ¿Habrá un tercer set que termine de zaherir el orgullo sevillista por siempre jamás? Parece que la ocasión se presenta ideal para que los propietarios del Sánchez-Pizjuán rechacen ese temor a un nuevo escarnio, por cómo han empezado Sevilla y Real Madrid la Liga.
El equipo de Míchel es séptimo, tras una victoria y dos empates, y el de Mourinho, noveno, al haber empatado ante el Valencia, perdido en Getafe y vencido sin despeinarse al Granada antes del parón. Es sólo apariencia, pero a esta sensación positiva ayuda que haya habido parón y que el Real Madrid haya tenido hasta 16 internacionales por ahí desperdigados mientras que el Sevilla ha visto reducida su nómina a cuatro, y, como bien recordó Mourinho ayer, Jesús Navas no jugó ni un minuto, Medel apenas jugó media hora antes de ser expulsado ante Colombia y Rakitic jugó medio tiempo. Spahic, en cambio, sí disputó el martes el Bosnia-Letonia entero. Es un factor a tener en cuenta, como también que el portugués tiene en la sesera que el martes comienza la Champions League nada menos que ante el campeón de la Premier League, el fortísimo Manchester City. Y también lo es que el Barcelona juega un rato antes en Getafe y de lo que haga puede depender el ánimo con que busque hacer sangre el Madrid.
Para buscar esa alegría que el Sevilla y su entorno necesitan para acabar con esos "malos rollos" que está acusando principalmente José María del Nido y su imagen de gestor, Míchel quiere darle ritmo al encuentro, sin temor, con posesión de la pelota, sin descuidar la vigilancia defensiva cuando su equipo esté atacando... Es muy difícil, pero el entrenador madrileño ve a su equipo preparado para nadar y guardar la ropa ante este poderosísimo conjunto de atletas-futbolistas.
En cuanto a lo meramente técnico, el Madrid podría sacar un once muy parecido al que goleó el ya lejano 17 de diciembre y Míchel no ha desvelado varias incógnitas que hay en torno a su once titular. Para suplir a Reyes optan Manu del Moral y Luna. En la medular, podría haber alguna variante para meter a Maduro. Y la portería merecería un capítulo aparte. Palop lo merece por su rendimiento ante Granada y Rayo y Diego López no lo desmerece por su rigurosa roja en Los Cármenes. Se aceptan apuestas. Mientras Míchel resuelve la duda, háganse esta pregunta, ¿recuerdan cuando el fútbol era, per se, un motivo de alegría y no de crispación?
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