La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Brindis en casa, en los bares, con los amigos, la familia y para la Puerta de Jerez ataviado con las bufandas, banderas y camisetas del Sevilla Fútbol Club. No había pasado ni una hora de la conclusión de la final cuando los aficionados sevillistas empezaban a reunirse en torno a la fuente de celebraciones blanquirrojas, vallada previamente por la Policía para evitar altercados. No era para menos. Acostumbrados en los últimos tiempos a la inmensa alegría que supone ganar un título, 33 meses de espera merecía darse un homenaje de categoría. "El sevillismo se merecía ganar esta copa", manifestaba un aficionado con el sombrero promocionado por el club entre sus manos.
El ruido se hizo dueño del centro de la ciudad. Pitos, silbatos, bombos, gritos de ¡viva el Sevilla, viva el Sevilla! y recuerdos, muchos recuerdos. Porque la alegría de anoche estaba dedicada a un hombre: Antonio Puerta. Si hay vida después de la muerte, el joven jugador escucharía su nombre desde los cielos. Como en el minuto 16 en el templo de Nervión se escuchó: "Antonio Puerta, lolololololo, Antonio Puerta..." Emocionaban los comentarios de jóvenes aficionados. "Esta copa es suya. El Sevilla le debía un triunfo como este", decía con lágrimas en los ojos una aficionada.
Poco a poco el ambiente fue in crescendo. Desde la calle San Fernando, desde la avenida de La Constitución, por las callejuelas del centro... se podía observar el reguero de gente que se acercaba hasta la Puerta de Jerez dispuesta a alabar a sus jugadores, a su entrenador y, como no, a José María del Nido. "Presidente, presidente..." También acudieron los aficionados que habían presenciado el choque en una pantalla gigante en el auditorio Rocío Jurado, ubicado en La Cartuja, hasta la céntrica plaza para no perderse la obligada cita.
Los cánticos de reconocimiento a los goleadores en la final, Diego Capel y Jesús Navas, salieron constantemente de las gargantas sevillistas. Y el himno, esa letra de El Arrebato que es el padrenuestro de la hinchada de Nervión, fue lo más escuchado en las calles sevillanas. La guasa no podía faltar, y también sonaron voces dedicadas a la situación actual del Betis, a la actuación de los jugadores del Atlético de Madrid en la final y a la despedida de Mejuto González del arbitraje profesional.
Recuerdos para todos los héroes, pero siempre teniendo omnipresente el de Antonio. La leyenda ya tiene su homenaje, como el sevillismo quería.
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