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LIGA EUROPA · EL OTRO PARTIDO
El fútbol, las pasiones, el sevillismo... pasan de padres a hijos. Quien es sevillista lo es porque alguien alguna vez lo fue. Inculcar ese sentimiento es una tarea que refuerza una educación, un modelo de comportamiento. Evidentemente, enseñar sevillismo es mucho más fácil en las alegrías, en los triunfos, algo de lo que va sobrado este club. El título de Varsovia fue el de los niños, protagonistas sobre el césped del Estadio Nacional, donde los hijos de los futbolistas ocuparon ese lugar que también merecen. Fue un estallido de ilusión cuando Fernando Navarro alzó al cielo polaco el cuarto título de Europa League del club sevillista, que, encima, tendrá el detalle de hacer la primera visita a los niños de San Juan de Dios justo enfrente del Sánchez-Pizjuán en Eduardo Dato. Bonito gesto que no cuesta nada, sólo cruzar la acera.
Antes, el disfrute fue para los tres hijos de Fernando Navarro, con los ojos muy abiertos viendo a su padre cumplir un sueño; las niñas de Banega, el jugador de la final, que se tiraban encima de él mientras al argentino se le saltaban las lágrimas tirado sobre el césped; el colorido de los pequeños de Mbia, también sin saber del todo qué ocurría, pero que se consolaban viendo feliz a su padre; las dos niñas de Pareja, un sufridor que tuvo que vivir la final con muletas; los de Bacca, llorando desconsolada la pequeña en brazos de su padre mientras éste era entrevistado por un reportero de televisión. El caso de los hijos del caribeño ya tomaba protagonismo antes de que pitara el árbitro y permitiera la festiva invasión de campo, pues el colombiano fue a buscarlos tras sus goles, dedicados uno a cada uno. Iborra también llevaba en brazos a su retoño, una de las más pequeñinas...
La imagen de la celebración de la plantilla ponía los pelos de punta. La fiesta de la familia en la ciudad, posiblemente, más católica de Europa. No quedaban tampoco exentos los hijos de los técnicos.También había sitio para ellos. Para empezar, el hijo de Emery, en edad ya de entender más cosas que los de los futbolistas, no faltaba al lado de su padre compartiendo su alegría. Los Emery, unidos por la fiesta y recordando a su padre, recientemente fallecido. El hermano del técnico, Igor, también estaba presente en el estadio.
Pero es que debe ser fácil que este sentimiento y esta inquietud aflore. El sevillista que recuerda finales y títulos por las fechas en las que nacen sus hijos, que hacen esfuerzos económicos para que vivan desde temprana edad momentos como el vivido en Varsovia, acaba contagiando al profesional, al que dicen que es un mercenario del balón, para meter el veneno del sevillismo en las venas a su prole. Pero ocurre en todos los estamentos del club. Del Nido, para quien sus hijos y muchos presentes en la final tenían un recuerdo interno, fomentó la entrada en el consejo de los hijos de... Los Cuervas, Cruz, Cisneros, Vizcaíno... son apellidos ligados históricamente al consejo. Con Monchi ocurre lo mismo, sus vástagos llevan el rojiblanco en la piel y el de San Fernando ha pasado por malos momentos. Hasta el comandante sevillista del avión del equipo, Alejandro Movellán, lo vivía en Varsovia junto a su mujer, Ángeles Mazorra, y sus tres hijos.
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