Valiente autoafirmación

Sampaoli dio una vuelta de tuerca más a su ideario en un debut liguero prometedor Espantó las dudas y las bajas atrás reforzando el ataque

Sampaoli se saluda con Quique Sánchez Flores con Juanma Lillo detrás.
Sampaoli se saluda con Quique Sánchez Flores con Juanma Lillo detrás.
Eduardo Florido Sevilla

22 de agosto 2016 - 05:02

Temerario: Dicho de una persona: Excesivamente imprudente arrostrando peligros. Valiente: Dicho de una persona: Capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y el posible temor que suscita. Éstas son las definiciones que la Real Academia Española ofrece a ambos conceptos, en su primera acepción y en su segunda acepción respectivamente. Y esta exposición lexicológica viene al caso por la exposición que realizó Jorge Sampaoli de su ideario en el debut liguero. ¿Fue temerario o fue valiente? Siguiendo las definiciones de la RAE, ambas cosas. Porque el Sevilla arrostró peligros incluso de forma imprudente con el dibujo de 2-3-5, tan atrevido como la WM que fue predominante en el Mundial de Francia en 1938. Y porque su entrenador acometió la empresa de espantar las dudas y el temor pese a las bajas que tenía en defensa.

Ya dependerá de cada perspectiva tender hacia el calificativo de temerario o de valiente. Pero lo cierto es que, en el contexto que se había creado en el entorno del Sevilla, la apuesta de autoafirmación de Sampaoli pareció valiente, que siempre anda en la linde de lo temerario.

En primer lugar, hay que destacar que la plantilla estaba mermada, entre sanciones y lesiones, en su línea de atrás. Sin Kolodziejczak, Carriço ni Rami y con Pareja saliente de una dolencia muscular, Sampaoli únicamente ubicó a dos defensas específicos, el mencionado Pareja y Mercado, y apostó claramente por el ataque, ubicando en los carriles a dos jugadores de corte ofensivo como Mariano y Vitolo y como único medio de cierre a N'Zonzi, que siempre había estado escoltado hasta ahora por Kranevitter, o por Iborra en la Supercopa de Europa. Y por delante, una panoplia propia de otros tiempos: Sarabia, Franco Vázquez, Kiyotake, Vitolo y Ben Yedder. Toda la artillería al campo contrario. El campo propio quedó desguarecido y lo agradeció el espectáculo.

La apuesta de Sampaoli resultó exitosa por la cantidad de fútbol de alta escuela que generó el Sevilla de medio campo hacia delante. Con más dominio del balón que presión intensa, en contra de los supuestos tácticos con los que triunfó en Chile, el Sevilla desarrolló un dinámico fútbol combinativo que desarboló al Espanyol, generando numerosas llegadas, ocasiones de gol y media docena de tantos, algunos de bellísima factura. Y en el mismo participaron desde Mariano y Vitolo hasta N'Zonzi. Incluso Mercado tuvo una clara ocasión en el primer tercio del partido.

Eso está en el platillo positivo de la balanza. En el negativo hay que hacer constar que el Sevilla pagó con goles en contra cualquier mínimo error en una entrega. Le pasó a Pareja (1-2), a N'Zonzi (2-3) y a Kiyotake (6-4). En el 0-1, fue Pareja el que midió mal en un cruce ante Leo Baptistao. Tuvo que arriesgar porque el Espanyol, una vez más, atacaba en avalancha, con el Sevilla volcado. Éste es el principal debe del espectacular 6-4. Hubo fallos de repliegue importantes. Pero esto también es propio de un equipo que aún está en proceso de asimilación. A poco que Sampaoli ajuste bien los tornillos atrás y los siga soltando arriba para que fluya el fútbol como el agua, el sevillismo tiene garantizadas las emociones fuertes.

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