El VAR nuestro de cada día...

El penalti de Pozo a Badé y las enormes dudas del gol de Yeremi marcan otra sima del uso de las tecnologías en el fútbol

El Betis custodia un valioso punto en Villarreal (1-1)

Los jugadores de Villarreal y Betis, junto al colegiado Ortiz Arias; Jaime Latre estaba en el VAR.
Los jugadores de Villarreal y Betis, junto al colegiado Ortiz Arias; Jaime Latre estaba en el VAR. / Domenech Castelló

ALGO bueno tiene el VAR, a qué negarlo. La amenaza inicial de privar a los aficionados, máxime en esta ciudad dual en lo futbolístico, del debate posterior a cada partido por los errores arbitrales era hacerle un daño demasiado grande a este gran fenómeno de masas. La tecnología aplicada al fútbol parecía que iba a zanjar ese tercer tiempo tan rico en discusiones cuando éstas eran bien llevadas, desde la retranca y la guasa. Pero cada jornada queda claro que no, que el VAR es otro vivero de polémica inacabable y la jornada dominical dejó dos nuevas muestras.

Los aficionados béticos todavía estarán preguntándose dónde puso Jaime Latre la línea que habilitaba a Yeremi Pino en el gol del empate del Villarreal. Y muchos sevillistas se preguntarán por qué Mateu Lahoz no advirtió a De Burgos Bengoetxea del clarísimo agarrón de Pozo a Loïc Badé en el área del Almería.

Al punto cosechado por el Betis de Pellegrini lo hizo bueno lo que tuvo de balsámico tras el chasco de Old Trafford, pero queda la duda de cuál habría sido el efecto multiplicador de esa reacción si hubiera tomado forma de triunfo, y no sólo para dar otro paso mayor en la persecución de la anhelada Champions, sino incluso para alimentar la hoguera de la imposible proeza ante el Manchester United este jueves.

En el caso del Sevilla, la agónica victoria sobre el Almería pone su paño caliente sobre las polémicas –ganó y ya está–, pero otro gallo habría cantado si Pozo no hubiera sido reincidente en sus desaplicaciones y no hubiera cometido otro penalti sobre Alex Telles.

En una sociedad entregada al novelerío de lo digital, con su descendencia espuria de las redes sociales –un gallinero donde cualquiera se permite el insulto inmune–, uno es reticente a rendirse a los parabienes de la tecnología en un deporte que ha perdido naturalidad y sentido común, y la sanción a Pape Gueye pese a los recursos que agotó el Sevilla es una prueba fehaciente. Sobre todo si el VAR sigue ofreciendo una falsa seguridad jurídica, ese peligro. Total, si luego el Negreira de turno puede influir en sus mecanismos...

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