¿Sólo una diferencia de pegada?

El Sevilla impone sus mayores recursos ofensivos en un encuentro muy conservador.

Kolodziejczak se tira a los pies de Joaquín para tratar de rebañarle la pelota.
Kolodziejczak se tira a los pies de Joaquín para tratar de rebañarle la pelota.
Samuel Silva

07 de enero 2016 - 05:02

El encuentro respondió a un guión diferente al de la Liga. Una competición distinta provocó un escenario más conservador, al menos desde el inicio. Aparecía un derbi de mínimos, a la espera de esa ocasión que pudiera desnivelar el encuentro. El Sevilla trataba de aprovechar los huecos que el marcaje al hombre de Petros sobre Banega generaba en la medular verdiblanca. Ahí emergió la figura de Krohn-Dehli y no sólo por el gol con el que adelantó al Sevilla. El encuentro se desniveló por la eficacia visitante, pero en el ambiente queda una sensación de superioridad que se inició en la pizarra.

Un dato refleja la importancia del danés, sobre todo en el primer tiempo. 22 pases completó sin fallo en campo verdiblanco en los primeros 45 minutos el ayer banda izquierda sevillista. Ya fuera para combinar o para meterse hasta la cocina como en la acción del gol, Krohn-Dehli, una de las novedades de Emery en la alineación, fue un factor decisivo. A eso se añadió la eficacia del Sevilla en la primera ocasión clara del encuentro, lo que produjo un claro refuerzo al planteamiento visitante. Si las ocasiones que Adán detuvo a Gameiro en la Liga dejaron la portería verdiblanca a cero, ayer el acierto del danés dejó un escenario diferente. Con 0-1, el planteamiento conservador de Mel, con tres centrocampistas de condiciones defensivas como Digard, N'Diaye y Petros, saltaba por los aires. Y es que, además, los verdiblancos ni siquiera probaban a Sergio Rico en los acercamientos que tuvieron al área sevillista.

La estadística final enseña una diferencia de pegada. Si el Betis intentó nueve remates a portería, con el penalti enviado al limbo por Rubén Castro incluido, y ninguno encontró portería, los de Emery intentaron doce, de los que ocho acabaron entre los tres palos de Dani Giménez.

El 0-2, nada más iniciarse el segundo tiempo, dejó el mejor escenario posible para los sevillistas. Ahí salió ese fútbol control de los de Emery, con escasas concesiones en la retaguardia, a la espera de ese contragolpe definitivo que no acabó de producirse. La entrada de Gameiro reactivó al ataque sevillista, algo que Emery no consiguió ni con Reyes ni Konoplyanka; la aparición de Joaquín, Dani Ceballos o Rubén Castro apenas sirvió para que el Betis maquillase la estadística de la posesión, que finalizó más igualada, pero Sergio Rico continuó como un espectador más.

El repaso a las estadísticas, salvo la de remates a portería, ese clave principal del fútbol, reflejaron igualdad. Eso sí, el bético se marchó ayer del Benito Villamarín con una sensación muy diferente a la del encuentro liguero, por más que ayer incluso tuviera más presencia en el área rival. La pegada marcó el encuentro, pero sobre todo sirvió para afianzar la apuesta inicial de Emery.

Mel, con numerosos suplentes en el once, salió esta vez como claro derrotado. Y no sólo por la eficacia sevillista. Los nubarrones en torno al entrenador verdiblanco continúan y así seguirán hasta que encuentre ese triunfo que serene los ánimos. El Betis quedó ayer muy lejos de su rival, lo que generó desazón entre sus aficionados. Emery, por su parte, toma oxígeno con esa victoria como visitante que se le atraganta en la Liga. Más pegada, sí, pero ayer no sólo eso.

stats