Sobrevivir divirtiendo(se)
Sevilla-Rayo Vallecano · El rival
El Rayo de Paco Jémez se mantiene en la tranquila medianía con su apuesta de fútbol ofensivo. Los 16 goles de Bueno palían la feble zaga.
Con el triunfo sobre el Almería en la pasada jornada, el Rayo Vallecano prácticamente amarró la permanencia una temporada más en la Primera División. El tercer curso de Paco Jémez al frente del equipo madrileño se significa más o menos por la misma filosofía valiente de juego, con algunos matices tácticos. Por ejemplo, el técnico cordobés dejó atrás su obsesión por jugar con tres centrales y dos laterales largos. Esta temporada se ha fiado a la seguridad de una línea de cuatro en la que Zé Castro, Abdoulaye, Amaya y Morcillo alternan en el eje. Pero ni aun así ha logrado el entrenador rayista terminar con la sangría de goles en contra. En cambio, arriba es uno de los conjuntos con más capacidad ofensiva. De hecho, mantiene a Bueno entre los máximos goleadores, con 16, y esta cifra, unida a los siete tantos de Baptistao, los cinco de Kakuta y los cuatro de Manucho, palía la endeblez defensiva del equipo.
Pero, cuidado con el exceso de confianza ante un rival con casi todo ya hecho gracias a los 41 puntos sumados y su cómoda undécima posición. Puede hacerle un siete a cualquiera y, por ejemplo, es el equipo que más victorias ha logrado lejos de casa excepción hecha de los cinco primeros. Acumula seis triunfos foráneos, dos más que el Villarreal. Y jugará sin presión.
Sin balón
Que el Rayo sea el segundo equipo más goleado de toda la Liga por detrás del Levante (59 por 60 goles en contra) ilustra a la perfección los desequilibrios del equipo cuando juega sin balón. Paco Jémez ordena presionar arriba bajo un sistema de 4-2-3-1 en el que Trashorras y Baena o Fatau se encargan de posicionarse entre la defensa y la línea de tres cuartos para dar consistencia al entramado. Sin embargo, una vez superada la primera línea de presión, el Rayo sufre bastante en transiciones rápidas.
Los centrales tienen envergadura y oficio, pero ninguno es excesivamente rápido. Y este defecto se une a la cantidad de balones que pierden por el empecinamiento de su técnico de intentar jugar siempre la pelota desde atrás, con combinaciones que buscan un juego aseado. El riesgo lo paga con esa elevada cifra de goles encajados.
Con balón
Una vez que el Rayo pasa de los tres cuartos se vuelve vertiginoso. A pie cambiado, Kakuta traza peligrosas diagonales con su exquisita zurda y su rapidez. Al talento del francés hay que unir la indudable calidad de Bueno, que ha eclosionado de forma definitiva en la Liga con esos 16 goles que ya están llamando la atención de equipos con metas superiores. El ex canterano del Madrid aúna visión de juego, remate y vivacidad. Más torpón es Manucho, aunque incordia bastante. Y Leo Baptistao aporta remate y dinamismo en la corona del área.
Lo mejor
Con pocos recursos, el Rayo apuesta por el fútbol y seguirá en Primera División otro año.
Lo peor
La endeblez defensiva.
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