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Un Sevilla de ofertas (2-2)

Villarreal-sevilla

El Sevilla se deja dos puntos ante un rival directo por perdonar y resucitar a un Villarreal con diez al que le dio vida dejándole vía libre por el centro. Alexis evitó una derrota segura ganada a pulso .

Alexis celebra el gol del empate sevillista. / Reuters
Jesús Alba

10 de septiembre 2011 - 20:13

El Sevilla volvió de Villarreal con muchas cosas sobre las que reflexionar, aunque nada que no supiera ya. La pena para los aficionados que vieron el partido es que los puntos que se le escaparon de las manos a los de Marcelino como a un inocente niño se le va un globo al cielo ya no van a volver. Como la oportunidad de haber dado el primer arañón serio en la cara de uno de sus rivales directos en la lucha por sus objetivos.

Y no es nada nuevo porque los motivos por los que el Villarreal remontó con un menos sobre el campo e incluso no ganó el encuentro son los mismos defectos que siguen persiguiendo al Sevilla. Y es que, de haber podido ganar fácilmente en Villarreal, no salió derrotado por la aparición de la Virgen María, materializada en el cabezazo de Alexis y en un par de balones rebañados por el malagueño en su área.

Y es el centro, el centro, siempre el centro... El modelo futbolístico que propone Marcelino se cae por el centro juegue Fazio, juegue Medel o juegue el Mauro Silva de sus buenos tiempos. La concepción del juego con dos extremos y dos puntas lleva a perder sistemáticamente la guerra por la superioridad numérica en el centro del campo, que ayer el Villarreal ganaba sin importarle tener un hombre menos a lo largo y ancho del mismo. Es cuestión de buena organización posicional y el Sevilla se organiza muy mal en las transiciones. Si encima surge la pasividad en la presión...

Y, aparte, no se puede ir por ahí, futbolísticamente hablando, con la filosofía de perdonar. El equipo de Marcelino lo hizo ya en la primera mitad en dos fases claves que pudieron haber sentenciado el duelo mucho antes ante un enemigo temible con el balón en los pies de Borja y Rossi, pero de merengue en la zona de atrás. Primero perdonó el Sevilla en dos ocasiones claras que antes de llegarse a los veinte minutos de juego deberían haber dado una ventaja amplia a los que ayer vestían -por fin sin experimentos de colores en este estadio- de blanco. Manu del Moral y Jesús Navas se habían plantado solos delante de Diego López en el breve espacio de tiempo de tres minutos de diferencia, del 15 al 18. Pero en las dos ocasiones, gestadas en dos contragolpes de los que Marcelino idea en su laboratorio, el guardameta castellonense estuvo mucho más vivo en los uno contra uno que los sevillistas.

Daba la sensación de que esas bicocas no iban a volver a presentárseles a los nervionenses, pero la sorpresa fue que sí, y con Diego López de nuevo de protagonista. Perotti se plantó tras un centro lateral desde la derecha en los mismos terrenos en los que antes habían errado Manu y Navas, pero él intentó el regate y notó el contacto de la mano en su bota. El penalti llevó aparejada la expulsión del portero del Villarreal y, cómo no, la ejecución de Negredo, que convirtió el gol aunque con suspense, ya que su primer disparo lo interceptó César, al que tuvo que regatear después.

Estaba, aparentemente, una buena parte del camino recorrido. Con 0-1 y el Villarreal con uno menos, el partido pedía dominar el juego y tener el balón lo más lejos posible de Borja Valero para que el muerto no resucitara. Pero no fue lo que hizo el Sevilla, que se durmió por el centro, perdió tensión defensiva creyendo que no había ya más que hacer y se encontró con que el rival podía respirar y levantarse. Y lo hizo antes del descanso con medio Sevilla (Trochowski, Medel, Alexis...) dejando pasar a Rossi hasta llegar al área, donde a Fernando Navarro le tocó la entrada de riesgo. El penalti, evitable en este caso por el funcionamiento del colectivo más que por una acción individual, significó el empate.

Ya estaban las tornas cambiadas. El Villarreal, a tope de moral, salía tras el descanso viendo que su rival era cada vez más un bizcocho por el centro y le bastaba con que Borja Valero, sin marca fija, corriera por detrás de Medel levantando el cuello en busca de Rossi. La segunda mitad fue toda del equipo amarillo, del equipo que tenía un jugador menos. Daba igual. Estaban mejor organizados, se buscaban y se encontran frente a un Sevilla con pocas piezas destinadas a la conteción. La remontada, por tanto, era lógica que se culminara, gestada como se gestó desde el centro, donde un pase a Marco Ruben no encontró el más mínimo estorbo. Una verdadera pena, que hubiera sido mucho peor si Alexis no aparece con ese cabezazo y todavía sacándole las castañas del fuego a algún compañero en zona de riesgo.

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