El Sevilla acelera hacia la final (4-0)
Copa del rey
La velocidad de Gameiro destroza a un buen Celta. El equipo de Emery jugó con fuego pero acabó abrasando al rival y se postula como rival del Barcelona por la Copa
El Sevilla acaricia otra final de la Copa del Rey, por no decir que la ha agarrado con ambas manos derrotando con mucha más claridad en el marcador que en el juego a un Celta sin suerte que sucumbió de manera muy clara ante la velocidad del ataque sevillista, en particular de un Gameiro en estado de gracia.
4-0, nada menos, y la final de la Copa del Rey prácticamente configurada antes de los partidos de vuelta con las goleadas de Barcelona y Sevilla. Abierto el marcador, la velocidad del Sevilla fue inabarcable para el Celta, completamente superado por la rapidez de Gameiro, dos veces, y Krohn-Dehli, autores de tres goles prácticamente idénticos en su estructura, con pases largos ganados en la carrera y notable acierto ante Rubén Blanco, que había salvado varias veces a los gallegos.
Y eso que el Sevilla jugó con fuego algunos minutos del primer tiempo y bastantes del segundo, sufriendo de lo lindo con Orellana y con un detalle a resolver: el Sevilla nunca tuvo ventaja numérica en el centro del campo ni se terminó de encontrar cómodo en esa zona.
De salida no es un Sevilla de campanillas pero sí lleva el peso y acumula llegadas para crear serias vías de agua en la retaguardia viguesa. Ya en el dos pudo marcar y antes del penalti fallado por Gameiro Rubén Blanco saca una mano prodigiosa a cabezazo de Kolodziejczak y N'Zonzi bombea de cabeza a continuación saliendo rozando el poste derecho
Sergi Gómez, central del Celta, le pudo dar un giro de 180 grados a la eliminatoria hasta dos veces en menos de cinco minutos. En el 27 agarra en el área a Vitolo cuando éste le ganaba el sitio, pero Rubén Blanco adivinó a Gameiro y evitó el gol local. En el 30 cabeceó de fábula un centro de Orellana a la cruceta. Total, todo como al principio, y eso que el propio Orellana culminó demasiado cruzado una contra muy mal defendida por un Sevilla que dejó a dos rivales solos en el segundo palo. Quién pensaría entonces en el resultado final y en la aportación del velocista francés.
En plena montaña rusa, el Sevilla no ceja y logra premio en el 45 con un cabezazo de manual de Rami en un córner lanzado por Banega. O sea, en la pausa el penalti ya pesaba menos y el tema iba por el camino que deseaban los sevillistas.
Pero cuando todo debe ir con el viento de cola el tema se empieza a complicar. El Celta llega y, gracias a su superioridad por el centro, terminaba encontrando la forma de porfiar a Coke. Y el pleno asedio olívico, Krohn-Dehli, un ex céltico, sirvió de forma espléndida a Gameiro para que el francés burlars en carrera a Jonny Castro y la metiera en la escuadra ante la salida de Rubén Blanco.
Con Nervión aún celebrando el 2-0, el creciente N'Zonzi roba junto al área propia y Banega repite el modus operandi buscando a Gameiro en larguísimo, con control orientado tremendo del galo, que por supuesto se va en valocidad, y resolución bajo las piernas del portero. En dos minutos, 59 y 61, la eliminaroria había quedado seriamente tocada.
El Sevilla, con el Celta bloqueado a pesar del empeño de Orellana -convertido en un dolor para Coke mientras Tremoulinas había aburrido al ex sevillista Aspas-, se permitió repetir jugada por tercera vez. De nuevo con todo el Celta arriba, recupera Konoplyanka y Vitolo conduce hasta encontrar como un cohete a Krohn-Dehli, que hace el póker sin celebrarlo y deja al Sevilla prácticamente en la final.
Y, en teoría, contra el Barcelona. Dos pájaros de un tiro si el equipo azulgrana, además, gana la Liga y premia al Sevilla con jugar la Supercopa en agosto. Nervión lo celebró de lo lindo. No es para menos. Sólo un cataclismo apartaría al Sevilla de la final. Existen en el fútbol, claro, y ejemplos hay muchos, pero este Sevilla da ya otra sensación y, como cuando ha pegado sucesivos pelotazos, tiene el viento de cara en los momentos críticos. Y que dure.
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