De laberinto a atolladero, 'Cien años de soledad'
¿Servirá o no servirá el punto?
El Sevilla termina la primera vuelta con 30 puntos, a mitad de camino de las cuentas que hizo Emery La falta de ambición privó de un récord histórico
Antes del encuentro en Elche, Unai Emery hacía sus propias cuentas. Dobló el tanteo de puntos que tendría al final de curso el Sevilla ganando o perdiendo el partido que marca el ecuador. "Con 58 puntos (el doble de los 29 que tenía hasta ayer) casi aseguras la Liga Europa; con 64 puedes aspirar a la Champions League". Pues ni una cosa ni la otra. El Sevilla se quedó a medio camino, como su entrenador con las cuentas. A Emery le faltó valentía en otra parte de su discurso, cuando habló de que lo prioritario era dejar la puerta a cero. Tampoco lo consiguió. Se ve que en el fútbol es mejor no hablar muy alto, porque suele pasar lo contrario.
El timorato Sevilla que empató en Elche gracias a la enésima jugada a balón parado, en este caso un córner en corto que Rakitic cedió a Reyes y cabeceó Carriço, termina la primera vuelta con 30 puntos y como séptimo clasificado, a seis puntos del cuarto puesto, esa Champions que alumbra las ambiciones más elevadas. Para ello tendría que haber ido de verdad por el partido. El récord histórico de cuatro victorias seguidas a domicilio era un pastel demasiado goloso y ni se atrevió a cogerlo.
El asalto a los puestos nobles tendrá que esperar y no parece que el partido del próximo domingo en el Vicente Calderón conforme el marco propicio para hacer lo que ayer no logró hacer el Sevilla en Elche. Doblando esos 30 puntos según la teoría simétrica de Emery, el Sevilla terminará con 60... ¿Servirá o no servirá el punto que amarró in extremis Carriço? Queda toda una segunda vuelta por delante para dilucidar cuál será el destino final de este equipo que, ya que no pudo ganar, sí amarró un plus de confianza con ese tanto que igualó el que logró Cristian Herrera tras un gran centro de Fidel minutos antes.
El Elche cantó bingo en su primer remate entre los tres palos. Lo hicieron dos recién salidos al campo. Fran Escribá acertó con los cambios. ¿Se podría decir lo mismo de Emery? A medias, como el puntito, como el partido...
Es difícil explicar por qué Reyes terminó el partido pese a su crispante absentismo, sin embargo fue clave en la jugada del empate. Emery quitó a Iborra, sobreexcitado en su vuelta al equipo y con una tarjeta amenazante a sus espaldas. Con el ingreso de Gameiro volvió al equipo que se exhibió ante el Getafe, pero el marco, el partido en definitiva, era muy distinto.
El segundo cambio fue por obligación. M'Bia se lastimó por un error propio -uno de tantos- y desbarató el plan B. Y el tercero también obedeció a cierta lógica. Bacca, después de fallar dos goles como dos soles y de perder multitud de balones en ataque, cedió su puesto a Marin... quizá demasiado tarde. El bosnio-alemán apenas tuvo tiempo de exhibir su talento.
Si el Sevilla fue fiel a su idilio con el gol de estrategia, el décimo ya, su máximo goleador fue desleal consigo mismo y con su equipo: tal es su influencia. Este Sevilla tan enrachado necesita todavía de todos los ingredientes al unísino para funcionar como una orquesta. No estuvo mal en defensa, sí en la creación, como otras tantas veces fuera de casa, pero falló el máximo goleador y se esfumó la victoria. ¿Da para aspirar a la Champions? Aún no se sabe, pero que afronta con buen aire la segunda vuelta es indudable. Pese al indigesto pestiño de anoche...
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