Dos Santos, el único destello azteca

Grupo a · Sudáfrica-México

La frescura del ex barcelonista se anuncia como la única esperanza de un ataque mexicano lastrado por la lentitud del Guille Franco y los galones de Cuauhtemoc Blanco.

Dos Santos, el único destello azteca
Dos Santos, el único destello azteca
A. Galiano

11 de junio 2010 - 18:28

El Jabulani ya ha empezado a rodar y México confirma una de sus carencias más vociferadas: la ausencia de un delantero puro de garantías, o uno que por lo menos intimide algo al rival.

Guille Franco, viejo conocido de la afición española por sus años en el Villarreal, es un rematador, pero es demasiado lento para preocupar en exceso a la defensa rival con el balón en el suelo. A eso se suma que el revulsivo de Javier Aguirre, aunque suene a chiste, no es el sonado Chicharito Javier Hernández sino Cuauhtemoc Blanco. Sí, el mismo que paseaba sus botas blancas en el Valladolid y que a sus 37 años ya no puede con su alma. Con este panorama, y con Carlos Vela y Andrés Guardado desaparecidos, el ex barcelonista Giovani Dos Santos es el único que ha defendido que México puede hacer algo en este Mundial.

Con más cuerpo que hace dos años (para el que no lo haya seguido desde su marcha de la Liga española), sus condiciones son incuestionables, pero su profesionalidad ha sido puesta en entredicho. Con tan sólo 21 años ya ha pasado casi inadvertido por el primer equipo del Barcelona, club que lo crío como futbolista y desde donde fue traspasado lastrado por el mal ejemplo del Ronaldinho. A sus 19 años Dos Santos se parecía más al crack brasileño en sus ganas de fiesta que incluso en el físico, donde también guarda similitudes. Tras jugar en el Tottenham Hotspurs inglés, milita ahora en el Galatasaray turco junto a Elano, otro fracasado de la Premier League que llegó a Inglaterra a golpe de talonario.

Ante Sudáfrica, Dos Santos se ha mostrado como un peligro constante, sobre todo cuando entraba desde la banda derecha a pierna cambiada al más puro estilo de su ex compañero Leo Messi. Su rapidez, verticalidad, desequilibrio y pegada con su pierna buena, la zurda, volvieron loco a su par en el partido inaugural. Jugó tanto por dentro como por fuera disparando a las primeras de cambio en cuanto se le presentó la ocasión. Creó más de tres ocasiones claras durante los 15 primeros minutos en los que Sudáfrica parecía que iba a salir goleada a merced del vendaval que se le aproximaba por la derecha.

Lejos del área también supuso una amenaza para el tesón de la anfitriona. Sus lanzamientos de esquina y sus faltas fueron desaprovechadas por los hombres altos del equipo. Sobre todo un tiro libre sacado desde la derecha al punto de penalti que se paseó ante tres de sus compañeros en la primera mitad.

Ya en el segundo acto, él sólo se cocinó una gran ocasión con 1-0. En una de sus entradas por la derecha, ya con mucho menos bríos que las realizadas en la primera mitad por el desgaste físico, se acomodó la pelota para chutar con la pierna izquierda desde la esquina derecha del área. El Jabulani acreditó por qué se ha convertido en el principal temor de los porteros en este Mundial y salió disparado como una bala a la escuadra izquierda de KhuneKhune, que protagonizó una gran estirada para desviar el balón a córner. Toda una demostración de la capacidad de resolución del joven extremo ante el atasco del espeso centro del campo de México comandado por el ex sevillista Torrado.

Su imagen está empañada, pero este Mundial se presenta como la oportunidad idónea para que Dos Santos lave su imagen y demuestre madurez para volver a ser seguido por los grandes de Europa. Cualidades no le faltan para consolidarse como el ídolo de la afición azteca, y en el escaparate mundial de la inauguración ya ha demostrado que por ahora es la única esperanza de la desaprovechada selección mexicana.

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