Sanción para Luiz Felipe... y también para Iago Aspas
El voleón
El airado gesto del central ya era acreedor de amarilla, y puede que de roja por desconsideración, pero el engaño debe ser perseguido si queremos un fútbol menos histriónico, falseado y antideportivo
EL VAR llegó para aclarar la polémica en el fútbol y no hay jornada en la Liga en que no soliviante al personal, siempre dependiendo del color del prisma con que se mire. Sin embargo, hay situaciones que sobrepasan los límites y una clara es la de la expulsión de Luiz Felipe al final del Betis-Celta. Parece increíble que Del Cerro Grande no fuera a revisar una jugada que ofrecía dudas. ¿Tantas ganas tenía de ir a ducharse? ¿Tan seguro estaba de lo que había visto?
Puede ser. O no. Todo hace indicar que vio la jugada repetida, con detenimiento, antes de redactar el acta, en la que escribió que expulsó al central del Betis por “golpear con su mano en el pecho de un adversario de manera violenta cuando el balón no estaba en juego”. Pues mire usted, Del Cerro, su redacción es tan falaz como lo fue Iago Aspas al echarse las manos a la cara cuando el golpe de Luiz Felipe lo recibió en la mano, aunque la verdadera intención del brasileño, otra vez sobreexcitado y por tercera vez expulsado, era quitarle el balón para poder reanudar el juego, aunque logró todo lo contrario. Luiz Felipe no golpeó el pecho, sino la mano, aunque llegó a dar en el pecho por la inercia de su enervado gesto, conque...
Dicho esto, explicado más o menos sucintamente el contexto, la postura de este articulista, en la quimera de un fútbol ideal, está clara: sanción a Luiz Felipe y... también a Iago Aspas. A aquél, si se le revocara la roja directa –cosa que no sucederá porque el Comité protegerá a Del Cerro y su acta– en todo caso le sería rebajada a amarilla por desconsideración al contrario, cuando menos. Pero por el agarrón posterior en el suelo podría haber visto la segunda, conque...
En cuanto al gran capitán del Celta no hizo sino lo que muchos desde tiempo inmemorial, desde que su trascendencia social y económica instó a priorizar el resultado a la deportividad. Hasta que no se sancionen los engaños, con suspensión variable en función de su consecuencia, no se zanjarán unos líos con los que ni el VAR puede.
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