Retos a pares, qué excitación
En la visita de un rehabilitado Athletic, el Sevilla debe evitar que el sueño europeo lo distraiga en su esfuerzo final por la Champions. Tremoulinas, Mbia e Iborra, con molestias.
Un Sevilla-Athletic constituye uno de esos duelos que distingue y da carácter a la Primera División española, un clásico de una pieza como pueda ser un Tottenham-Liverpool en Inglaterra o un Roma-Inter en Italia. Vaya como vaya uno u otro, el peso de la historia les confiere un barniz especial. Y si encima el presente es boyante, como es el caso, queda rematado un partidazo, como es el de este Sábado Santo a las cuatro de la tarde.
Los sevillistas retornan a Nervión después del concluyente tres de tres ante el Villarreal de Marcelino, un triunfo que aleja a su perseguidor, precisamente el submarino amarillo, a seis puntos más el average y que invita a poner el punto de mira en el cuarto clasificado, hoy el Atlético a cuatro puntos que son cinco por los resultados entrambos. Y enfrente, asomará un Athletic Club relanzado desde que se metió en la final de Copa. Enlaza cinco victorias consecutivas en la Liga y, de repente, avista en el horizonte al séptimo, el Málaga, al que tiene a cinco puntos.
Colisionan ambos, pues, con sus opciones continentales relanzadas. Lejos de percibir que casi todo el pescado de la Liga está vendido para ellos.
El Sevilla cuenta con la ventaja de jugar en el Ramón Sánchez-Pizjuán, lo que es muchísimo cuando se trata del bloque que ha montado y cohesionado Emery. Pero un hándicap de rostro sibilino tendrá algo que decir cuando el balón eche a rodar: ese paréntesis por las selecciones nacionales, que ha hecho que Tremoulinas, Krychowiak, Denis Suárez, Deulofeu, Bacca, Mbia, Vitolo y Banega, ocho jugadores nada menos, se hayan perdido casi todos los entrenamientos previos al partido y, además, carguen con esos largos viajes en sus piernas. Suele ocurrir que los equipos preñados de internacionales acusen la vuelta a la Liga.
Ahí, en el retorno al pan de casa que es el campeonato doméstico, entrará en juego el mensaje enfervorizado de Unai Emery, su ahínco para que sus chicos palpen que la empresa de acabar en puestos de Champions por la vía de la Liga está aún al alcance cuando quedan diez jalones. Y que el Athletic, por las cuitas recientes entre dos iguales y porque ahora vuela con alegría después de penar en la zona baja, será un visitante muy peligroso y exigente.
Avistar otra final europea a sólo cuatro partidos es una ilusión mayúscula, qué duda cabe, pero que no debe nublar la vista de la plantilla sevillista ni distraerle en su reto pararelo en la Liga.
Otro factor se ha autoinvitado al partido, el calor, aun mitigado con respecto a las primera jornadas de la Semana Santa. Afectará a los veintidós jugadores, pero quizás un poco más a los norteños.
Emery tendrá que mirar más allá a la hora de componer el equipo inicial de este sábado: el martes a las diez de la noche aguardará el correoso Levante en Valencia y el sábado siguiente será el Barcelona, nada menos, el que comparezca en el Pizjuán. El baile no parará en este abril, ya que luego asomarán los cuartos de final de la Liga Europa ante el Zenit para terminar de comprimir el calendario.
Lo natural es que Unai tire ante el Athletic del grueso de titulares, que dé entrada a piezas alternativas ante el Levante y que vuelva a los habituales cuando el líder ho-lle el terreno de juego de Nervión.
Es seguro que Sergio Rico será el portero; en la zaga, las dudas estriban en los laterales, entre Coke y Figueiras por un lado y Tremoulinas -regresó con una sobrecarga muscular- y Fernando Navarro por el otro. Pareja y Carriço están listos para volver a formar en el eje.
En la sala de máquinas, Emery tendrá que evaluar hoy el estado físico de Mbia, quien ayer no se pudo entrenar por sufrir también una sobrecarga muscular, y de Iborra, que también arrastra unas molestias. Banega, quien como el camerunés volvió de un largo viaje con su selección, sí que se ejercitó ayer. Más claro para jugar de salida lo tiene Krychowiak, que cumplió su sanción. En ataque, el abanico para acompañar a Bacca es amplísimo. Salgan quien salgan, ardor. Es la excitación de tener retos a pares.
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