Penúltima ocasión
Espanyol-sevilla
El Sevilla afronta la visita a Cornellá más que distraído con la opción de meterse en otra final, pero con la idea de que debe ganar fuera de una vez
Lo demostró en El Molinón. Este equipo, este Sevilla que está en la inquieta antesala de saborear otra gran fiesta, no sabe tirar ningún partido. Compite allá donde va, aunque muchas veces haya errado la forma de hacerlo como demuestra que siga siendo, ya en la jornada trigésima sexta del campeonato, el único de toda la Liga que no ha ganado a domicilio. Ante un Sporting que se jugaba la vida, el equipo de Unai Emery, sin muchos de sus intocables, se pudo llevar el triunfo, si no hubiese desperdiciado hasta media docena de ocasiones claras para ello. Aun siendo aquel un partido condicionado por la inmediatez del derbi -sólo cuatro días después- y de la semifinal de la Liga Europa, compitió y corrió más que nadie, para acabar perdiendo como otras veces. Hoy pasará algo parecido. Al tiempo.
Emery no tiene más remedio que reservar a sus mejores hombres. Lo ocurrido con Krohn-Dehli ilustra sobre el riesgo que corre un grupo que va a jugar el partido número 58 de la temporada, una cifra a la que pueden llegar muy pocos privilegiados. Con decir que el Sevilla puede batir el récord de partidos disputados de todos los equipos europeos, está todo dicho.
El precio de estar en la final de la Copa del Rey y ante la opción de jugar la quinta final de la UEFA es tener que sacar fuerzas de flaqueza para satisfacer la elevadísima autoexigencia de un club que sigue colmando de felicidad a los suyos, por mucho que algunos sigan cuestionando el estilo de juego o los métodos del entrenador. Fallos de gestión o de planificación al margen, porque no se puede calificar de otro modo que la plantilla más cara de la historia del club no haya ganado aún fuera en Liga, lo cierto es que en los torneos por eliminatorias este equipo sigue siendo un ejemplo para toda Europa.
Emperrado como está el grupo que dirige Emery en seguir causando envidia, sana o insana, la Liga parece aparcada. Con el séptimo puesto más que amarrado -bastará que pinche el Valencia hoy ante el Villarreal-, el partido de Cornellá atiende más a la honra de volver a jugar en Europa en un puesto más digno, obviando la posibilidad de jugar la Liga de Campeones aún... por las dos vías. Emery habló ayer de luchar por el quinto puesto, pero a la hora de la verdad realizó una convocatoria acorde a la necesidad de reservar a sus figuras.
Hasta Pareja tiene la ocasión de reaparecer en su antiguo hogar y varios canteranos forman en la lista de 19 futbolistas que se subieron ayer tarde al avión que trasladó al equipo hasta Barcelona. Rami, Carriço, Krychowiak, Vitolo o Gameiro ni viajaron, pero el Sevilla quiere competir como hizo en El Molinón para aprovechar la penúltima ocasión que le ofrece el calendario de borrar la fea mancha de ser el único de Primera que aún no ha ganado a domicilio. Puede ser una temporada histórica y ese jalón negativo la afearía. Claro que, ¿quién se va a acordar de esta anécdota si el Sevilla ganase otro título?
El Espanyol, en cambio, sí que se juega bastante porque aún no tiene clara su supervivencia. Como en El Molinón hace semana y media, en Cornellá han calificado el partido como su final. Saldrá con todo el equipo de Galca para evitar sustos de última hora y ante esa realidad el Sevilla debe anteponer la defensa de su estatus, el honor y la honra al compañero herido. La gravísima lesión de Krohn-Dehli es otro acicate que hará más fuerte a este grupo de legionarios que parecen hechos de otra pasta, que se levantan una y otra vez cuando ya casi nadie cree en ellos. El partido, para el aficionado, será uno más, ya casi sin importancia. Pero no duden de que los que salgan lo van a dar todo. No lo duden.
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