Oscuridad sin el faro (1-1)

Sevilla - Athletic · la crónica

El Sevilla suma un punto en su día más espeso ante un Athletic mejor plantado sobre el campo. Los blancos añoran a Rakitic y no saben aprovechar el gol inicial de Alberto Moreno.

Foto: A. Pizarro
Foto: A. Pizarro
Francisco José Ortega / Sevilla

15 de diciembre 2013 - 21:00

Empate para el Sevilla ante el Athletic en uno de los días más espesos del conjunto entrenado por Unai Emery. Los blancos, como no podía ser de otra forma, añoraron en exceso a Rakitic, el hombre que alumbra la mayor parte de sus movimientos de ataque en el campo y al que echaron muchísimo de menos a la hora de sacar el balón de atrás y aguantarlo para la salida del resto del equipo. Pero también cabe la interpretación de ver la botella medio llena y en este sentido sí cabe resaltar que el resultado final fue un empate, lo que se traduce en seguir sumando, algo fundamental en la pelea en la que está metido el cuadro blanquirrojo en estos momentos.

¿Por qué fue tan determinante la ausencia de Rakitic en el once ideado por Unai Emery? La primera respuesta es una obviedad y tiene que ver con que se habla de uno de los mejores futbolistas de la plantilla sevillista, si no el más brillante. La segunda se dirige a que el suizo acapara la mayor parte de la circulación del resto de sus compañeros y éstos, lógicamente, tenía que verse algo desconcertados ante su ausencia en el campo. Y la tercera ya no dependería tanto de Rakitic sino de sus propios sustitutos y es la que conviene analizar en el relato de los hechos acaecidos en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Después del viaje a Alemania y con la idea de refrescar a todo el equipo, Emery optó por variar al completo la línea de tres que se mueve por detrás del delantero y también la pareja de medios centro. Demasiados cambios, sin duda, pero es evidente que dos esfuerzos intensos en una semana pasan factura. El vasco colocó a Carriço junto a M'Bia por delante y una línea de tres de enlace compuesta por Reyes, Vitolo y Alberto Moreno. Tal vez ahí estuviera el problema, en que ninguno de los tres fueron capaces de enlazar absolutamente nada. Si Emery pensó en suplir a Rakitic con la collera Reyes-Vitolo, ahí erró por completo, ya que ninguno de los dos era capaz de llegar al balón antes de los defensores visitantes y eso conllevaba que la pelota volviera una y otra vez a las proximidades del área local. Sólo en ocasiones aisladas lo consiguieron Reyes y Vitolo y ahí surgieron las escasas opciones de hacerle daño a la zaga vasca por parte del Sevilla, pero fueron escasas, muy escasas.

La otra vía, ésta mucho más efectiva, para el Sevilla era la apelación a las jugadas de estrategia. En ese sentido, sí estuvo mucho más acertado el cuadro de Emery, tanto que el cronómetro aún no había alcanzado el minuto cuatro cuando un córner desde la derecha era puesto en juego por Vitolo hacia Bacca para que éste prolongara hacia Alberto Moreno en el borde del área. El disparo del zurdo, tras un quiebro previo, no pudo salir mejor colocado para que todo el sevillismo cantara el primer tanto cuando apenas había comenzado el encuentro.

Mejor no se le podían poner las cosas al Sevilla, por tanto, pero el análisis de las posibilidades de jugar con ventaja ni siquiera alcanzó un valor empírico, pues apenas dos minutos después se producía un regalo colectivo por parte de los blancos. Primero es Reyes quien desahoga hacia atrás con un pase fácil de dirigir hacia otra posición menos arriesgada; después Fazio toca de cabeza hacia atrás para facilitar que Beto pueda coger el balón con las manos, pero se le queda algo corto; y después entre el guardameta portugués y la persistencia de Toquero en su labor de defensa-delantero se encargaría del resto. Regalo navideño anticipado para el Athletic y el partido otra vez como comenzó.

Eso es la teoría, pero la práctica indicó que el mazazo para los sevillistas fue mayor. Quien deja escapar la ventaja está claro que es el perdedor casi siempre en estos casos y el Sevilla empezaría a sufrir con la presión atosigante por parte del Athletic, entre otras cosas porque ni Vitolo ni Reyes eran capaces de quedarse con ninguno de los numerosos despejes. Cierto que ante ese agobio los blancos optarían por pegar pelotazos para evitar el riesgo contraído por Fazio en el empate, pero no era normal que todos los balones acabaran en los pies de Mikel Rico, Iturraspe, Muniain o Ánder Herrera.

El dominio de los visitantes llegó a ser abrumador en ese primer acto, pues la pelota siempre pertenecía al Athletic y este percutía una y otra vez contra un Sevilla cuya única arma era ya el balón parado. Vitolo pudo poner por delante a los anfitriones de nuevo, incluso le anularon un gol a M'Bia tras partir en fuera de juego en una falta lateral y hasta Fazio obligó a Iraizoz a realizar un verdadero paradón en otro saque de esquina. El relato de ocasiones puede inducir a pensar que el Sevilla dominaba la situación, pero nada más lejos de la realidad.

Y fue el Athletic quien se pudo ir con ventaja al intermedio tras un absurdo penalti de Bacca, aunque esta vez Beto se desquitaría de su error en el uno a uno y le realizó un paradón a Susaeta para dejarlo todo como estaba.

La segunda mitad sí sería más equilibrada, aunque a esa igualdad se llegaría a través del mal juego. No fue tanto que el Sevilla subiera sus prestaciones como que el Athletic dejaría de tener el dominio del balón. En realidad, éste ya no perteneció a ninguno de los dos equipos por mucho que Emery tratara, y consiguiera siquiera mínimamente, de mejorar con la entrada de Iborra por Cala. Carriço al central y mucho más control del juego desde ahí. Pero el Sevilla, entonces, aún echaría más de menos a ese Rakitic capaz de retener el balón y de hallar vías clarividentes hacia arriba. Un equipo debe ser mucho más que un jugador, está claro, pero Rakitic es el faro de este Sevilla y dejó a éste sin luz en un partido bastante trascendente. Eso sí, el conjunto de Emery no perdió, empató y dicen que cuando no se puede ganar ése es el mejor camino posible siempre.

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