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Oro para la autoestima

Atlético de Madrid - Sevilla · el otro partido

El Sevilla priva del liderato al Atlético y puntúa donde esta temporada sólo lo había hecho el Barcelona. Ocho partidos sin perder, racha para la ilusión.

Rakitic es abrazado por Coke, Iborra y Gameiro tras marcar de penalti mientras Courtois se lamenta.
Eduardo Florido

20 de enero 2014 - 05:02

Dos salidas, dos puntos. El Sevilla ha sacado con buena nota los dos últimos partidos, el que cerraba la primera vuelta y el que abría la segunda, con el factor desvaforable de que eran a domicilio. La relatividad del fútbol se nota en la comparación de este dato. El punto en Elche fue agridulce, feo, decepcionante. El punto en el Vicente Calderón sabe a gloria y llena de optimismo y de ilusión. Al menos para la autoestima, el empate en el inexpugnable feudo del Atlético es oro. Para la clasificación no puede serlo, por escaso y porque deja al equipo séptimo. Pero el Sevilla sigue asomado a la tapia europea con similar brío que antes de la jornada y mira al futuro fortalecido. Ocho partidos sin perder avalan su esperanza de Champions.

La diferencia entre un empate y otro no hace falta explicarla. El Sevilla de Emery se permitió el lujo de privar al fortísimo Atlético de Simeone de hacerse con el liderato por primera vez desde que mantiene su tour de force con el Barcelona. En la franja horaria inmediatamente anterior, el Levante de Caparrós le había añadido el último ingrediente que le faltaba al guiso de este partido de alta tensión para que el Vicente Calderón fuera más cueva del ogro que nunca. El Barça empató y el Atlético podía ponerse líder si ganaba. Pero el fútbol crea contextos y situaciones que convierte escenarios idóneos en hostiles en un pispás. Cuando perdía el Sevilla, jugó mejor, igual que cuando ganaba el Atlético dejó de atacar. Y cuando empató Rakitic de penalti, el Sevilla se atrincheró ante el empuje del contrario.

Quizás mermado por el prejuicio de que era muy difícil arañar nada en el feudo atlético, y menos aún si el liderato estaba en juego para el anfitrión, el Sevilla entregó buena parte del partido y sólo se estiró de verdad cuando lo dejó el rival y cuando, en la segunda parte y con un sugerente 1-0, Emery sacó a futbolistas hechos para atacar en lugar de para defender: Gameiro y Marin. Y de tanto insistir, cantó bingo, para lo que medió el agarrón de Juanfran a Bacca en el área. Rakitic hizo el resto con determinación: 1-1.

En la jornada 9, el Atlético ya desaprovechó la oportunidad de colocarse líder en un contexto similar. El Barcelona empató en Pamplona y el equipo de Simeone, en la franja horaria inmediatamente posterior, perdió en Cornellà-El Prat. El Espanyol le hizo un favor a su archirrival sin querer y ganó con un autogol de los rojiblancos. Este domingo pudo pasársele por la cabeza a más de un jugador atlético lo que ocurrió aquella noche de octubre en Barcelona.

Sea como fuere, lo cierto es que el Sevilla empieza la segunda vuelta con fuerza y optimismo, con la vista en un futuro agradable. Y dando la sensación de que puede dar más de lo que está mostrando, en cuanto reafirme su confianza. Hay margen de mejora en este versátil grupo que se planta en el césped de varias formas distintas. Empezó con un taimado 4-2-3-1 y terminó con un decidido 3-4-3 que se transformó en un reservón 5-4-1 nada más empatar, en parte por miedo a perder su pepita de oro y en parte porque el Atlético empezó a embestir con más corazón que cabeza en busca de esa suculenta presa que se le escapaba otra vez. En el fútbol lo psicológico es clave. De ahí que este punto sea de oro.

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