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Nula profundidad y más cosas que abren paso a las dudas

El equipo de Míchel ofreció una imagen pobre y hasta preocupante ante un rival de escasa entidad.

Lautaro Acosta, perdido toda la noche, le da distancia a un rival para controlar .
J. A.

23 de julio 2012 - 05:02

El nuevo Sevilla de Míchel generó anoche la inquietud de su gente con un partido en San Fernando en el que dejó una imagen tristona y hasta preocupante ante un rival de escasa entidad que lo superó en fases del encuentro y que consiguió la victoria ante el calor de su gente. La puesta en escena del Sevilla dejó bastante que desear, con un once en el que tuvieron 60 minutos los que no empezaron de titulares un día antes en Arcos. Sin capacidad para imponer el ritmo en el choque, incapaz de generar ocasiones, quizá todavía fuera más inquietante los despistes de un sistema defensivo que recordaron los errores del año pasado.

El equipo de Míchel ofreció una imagen más que pobre en Bahía Sur ante un equipo de superior categoría que los anteriores rivales, de Segunda B, pero es verdad que con la condición de recién ascendido y el objetivo de mantener la categoría en el grupo en el que competirá el Sevilla Atlético. Con un inofensivo Lautaro Acosta en punta y muy poca presencia de la línea de tres cuartos por la falta de empuje de dos hombres con buen toque de balón pero frágiles y nulos para el robo como Rakitic y Javi Hervás (Medel tampoco lo hizo), al Sevilla se le pasó la primera parte sin poder contar ocasiones que no fueran disparos inocentes y lejanos del suizo-croata o alguno de Manu del Moral a pierna cambiada. El jiennense fue el único que logró disparar a puerta antes del descanso, pero es que después del mismo tampoco habría prácticamente nada. Nula profundidad.

Además, el Sevilla tuvo la visicitud de verse por primera vez por detrás en el marcador al cometer Bernardo un inocente penalti sobre Carrión que convirtió en gol él mismo ante Palop. Otros dos despistes en la marca en un córner dieron pie a que un San Fernando con muchos jugadores a prueba ampliara su ventaja. Y hasta rozó un marcador de escándalo con acciones a la contra, una de las cuales acabó incluso en gol anulado que pudo ser el 3-0, igual que algún regalo de un desnortado Spahic.

Con esa incapacidad para generar juego, el gol sevillista no podía llegar de otra manera que no fuera a balón parado. Romaric fue el que metió el pie en una falta sacada por Trochowski convirtiéndose en el único disparo entre los tres palos de la segunda parte. Sinceramente triste. Ni Rabello, ni Reyes, ni el 4-3-3... Todo fue negativo y las dudas ganan terreno. Mala cosa, aunque no se deba dramatizar.

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