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Noche de contrición (4-0)

Liga europa

El Sevilla eligió el camino de la seriedad para imponerse con rotundidad a un Karpaty al que no le dio ni la más mínima opción. Los blancos entraron a tope y resolvieron muy pronto

Negredo levanta el puño a la grada mientras es abrazado por Alfaro. / Antonio Pizarro
Francisco José Ortega

04 de noviembre 2010 - 23:09

Noche balsámica para el Sevilla. El conjunto de Gregorio Manzano le dio a la cita frente al modesto Karpaty la seriedad necesaria para que ésta ayudara, al menos ayudara, a cauterizar las heridas abiertas en la reciente visita al Camp Nou. Está claro que no era un adversario exigente, en absoluto, pero los blanquirrojos que saltaron al césped se emplearon a fondo desde el principio y hasta llegaron a divertir a los aficionados que estuvieron en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

No sería justo, por tanto, restarle méritos a la goleada conseguida ayer por los nervionenses. El Karpaty no es más que uno de los malos equipos que disputan las competiciones europeas gracias al afán de Michel Platini y compañía de permitir que el fútbol continental pueda ayudar a globalizar, a facilitar que estos equipos más endebles puedan medirse con los que juegan habitualmente en las grandes ligas. Pero no será la primera vez, ni la última, que un grupo de futbolistas más o menos iguales que los que pueda poner en liza este Karpaty le da un buen susto a los teóricamente superiores. Sin valorar la calidad del Lech Poznan polaco, por ejemplo, éste le hizo un 3-1 ayer a esa máquina de gastar millones que es el Manchester City.

Pero el Sevilla, con su puesta en escena, se encargó de que cualquier posibilidad de una sorpresa se esfumara con prontitud. El equipo de Manzano, donde se confirmaba incluso la presencia de José Carlos en la mediapunta, salió concentrado al césped desde la misma bocana de los vestuarios. Nada de frivolizar, de caer en esa peligrosa mandanga que podía haber provocado el malestar en la grada por el recuerdo del reciente 5-0 en el Camp Nou, los anfitriones tenían muy claro que aquello había que resolverlo cuanto antes para que después todo se convirtiera en un entrenamiento exigente con público en los graderíos.

Dicho y hecho. Con una pareja de medios centro casi de estreno, en la que Zokora ponía las carreras y Cigarini las aperturas a las bandas para desahogar, y con el apoyo de José Carlos en una especie de vértice superior del triángulo, se apoderó desde muy pronto del balón. Los blancos tocaban con rapidez hacia las dos bandas, particularmente en la dirección de un Diego Capel con muchas ganas que era golpeado con contumacia por el lateral Fedetskiy sin que el árbitro se quisiera enterar de la violencia de algunas de estas acciones. El juego se volcaba hacia allí, entre otras cosas porque por la derecha aguardaba un Alfaro mucho menos participativo pero inversamente proporcional rematador.

Era un Sevilla agradable incluso en su fútbol, un equipo que sabía que la mejor manera de espantar cualquier conato de nerviosera era marcar cuanto antes. Debió conseguirlo en el minuto 8, cuando Diego Capel le puso un balón a la cabeza de Negredo con todas las bendiciones para que se convirtiera en el primer tanto. El ariete erró en esa ocasión su remate, pero eso no lo condujo a la depresión sino todo lo contrario, pues apenas un minuto después iba a pelear una pelota que parecía perdida para ganársela al central y ponérsela a continuación a Alfaro. Éste demostró que es uno de los mejores cabeceadores de la plantilla y ya estaba todo encarrilado hacia el triunfo.

El conjunto de Manzano se iba a gustar incluso desde ese instante y ni siquiera las entradas tobilleras de Fedetskiy, Godwin y compañía, con claro riesgo de lesión, iban a aminorar el afán de realizar un juego agradable para el espectador. Tampoco lo iba a conseguir una llegada desde atrás de Holodiuk en una buena contra del Karpaty que no se convirtió en el empate por la providencial intervención de Konko. El partido ya estaba lanzado para que se convirtiera en un pequeño acto de contrición por parte de un equipo que sigue teniendo en el orgullo una seña de identidad clara con independencia de quién se ponga su camiseta en cada encuentro.

Y se resolvió del todo precisamente cuando se unieron dos constantes de ese arranque, la velocidad y el buen gusto de los sevillistas y las entradas con riesgo de lesión por parte del Karpaty. Con Fernando Navarro en la banda doliéndose de una patada a destiempo de Godwin, Cigarini cogió el balón y lanzó la falta de una manera bastante parecida a como lo suele hacer Cristiano Ronaldo. 2-0 en el marcador, la grada celebrando un tanto que merecía la pena verlo y el guión estaba escrito sólo a falta de rematarlo.

Como los blancos no aflojaron en esa fase del juego y trataron de hacerle daño siempre a Tlumak, pues nadie se podía extrañar de que los goles cayeran por inercia. Le tocó primero el turno a Alfaro, de nuevo, y después a un Negredo que se lo había ganado. Ahí paró la cosa, cuando el propio Negredo optó por la frivolidad en lugar de hacer el quinto. Ya daba igual, el Sevilla se había merecido que los suyos le perdonaran algunas de las culpas. Está claro que el Karpaty es un rival para golearlo, pero es más fácil hacerlo si se entra a un partido tan serio como lo hizo este Sevilla.

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