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Negredo, del rojo al amarillo

Competición atendió las alegaciones del Sevilla por la expulsión en Almería del punta, que podrá jugar esta noche

Negredo lo cambia ¿todo?
Juan Antonio Solís / Barcelona / Enviado Especial

19 de mayo 2010 - 07:00

El Sevilla se encontró antes del último entrenamiento con un alta para la final, la de Álvaro Negredo, que recibió el perdón del Comité de Competición tras su expulsión en Almería. El organismo disciplinario atendió las alegaciones del equipo jurídico del Sevilla, quitó la roja directa y la dejó en amarilla, un golpe de efecto para la expedición, que tan mermada se sentía en su línea de ataque, y una baza más, táctica y técnica, para Antonio Álvarez.

El Comité de Competición justifica su decisión en que "la acción es incardinable en el artículo 111.1.c) del Código Disciplinario y en consecuencia la sanción procedente es la de amonestación". El acta del partido en Almería, redactada por el colegiado madrileño Rubinos Pérez, reflejaba que el delantero sevillista fue expulsado en el minuto 65 "por dirigirse al primer árbitro asistente en los siguientes términos: 'Me cago en tu puta madre'".

Competición considera que se trata de "un acto de desconsideración hacia el primer asistente, al que se dirigen las reprobables y reprochables expresiones del jugador, que argumenta su falta de intencionalidad y como causa de justificación el contexto en el que se producen las expresiones en el último partido de la temporada". El resultado, que Negredo ha sido amonestado "por formular observaciones al árbitro".

A las dos de la tarde, el protagonista pedía públicamente perdón, en las mismas puertas del aeropuerto de El Prat, por su irresponsabilidad en Almería, que le hacía perderse, en principio, la final de hoy: "Cada minuto que pasa me siento más arrepentido. Estoy dolido por la expulsión, dejé al equipo con diez en un momento muy importante, cometí un error y le pedí disculpas al vestuario", reconocía. A esa hora, mostraba también su esperanza en que el Comité de Competición le quitara la tarjeta roja, como así fue luego: "Ojalá que me perdonen para que pueda estar en la final, ahora mismo hace falta todo el mundo".

Y entró a analizar al rival de esta noche: "El Atlético es impredecible, en partidos como éstos nunca sabes cómo te va a jugar, pero tenemos que pensar en nosotros, en que somos un equipo grande y que juegue quien juegue podremos conseguir ese título".

Unas seis horas más tarde, cuando se entrenaba con su equipo en el Camp Nou, Negredo cambió el gesto grave y compungido que mostró en El Prat ante la prensa por otro muy distinto, el de un joven que está en puertas de jugar la primera final de su vida, ese partido soñado por todo futbolista que empieza. Ese partido por el que, entre otros motivos, el internacional español aceptó la oferta del Sevilla: partidos con títulos en juego. Hoy estará disponible para Antonio Álvarez. Y todo hace indicar que jugará.

La baja de Luis Fabiano, siendo grave, lo es menos con la presencia del punta vallecano, que contará esta noche con una ocasión inmejorable para hacer un acto de contrición. Si hace algún gol en la gran final de hoy y el Sevilla conquista su quinta Copa, los pecados cometidos por el ex madridista esta temporada, que no han sido pocos (tres expulsiones en una sola Liga), caerán en el olvido para los sevillistas.

Además, Negredo sabe que el tren del Mundial se le puede haber escapado con su irregular rendimiento de los últimos meses, y que una destacada actuación en la final puede hacer que entre definitivamente en la ansiada lista de 23 jugadores de Del Bosque.

Antonio Álvarez vuelve a tener un abanico más amplio para preparar el partido y al menos no enseñar sus cartas a Quique Sánchez Flores, como parecía inevitable con la ausencia de Negredo y la entrada, probable, de Perotti por detrás de Kanoute.

Sorprendió mucho en el seno de la expedición sevillista que el Comité de Competición atendiera las alegaciones del Sevilla para que Negredo pudiera saltar hoy a la hierba del Camp Nou, pues el organismo disciplinario suele desoír casos similares, en los que se trata de juzgar insultos a los árbitros. El fútbol también se juega en los despachos, y ahí el Sevilla contaba con una baza moral: era el evidente perjudicado por la decisión de la RFEF de enviar la final a Barcelona, una sede al doble de distancia de la ciudad del rival. ¿Ha tenido el agravio algo que ver en el perdón de Negredo? Quién sabe…

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