Navas y la suficiencia del City

Champions: Manchester City-Sevilla · El apunte

El trabajo del palaciego, que participó en los dos goles, sobresale en el apático juego de su equipo, siempre con una marcha menos esperanzado a la calidad de sus 'cracks'.

Foto: Paul Wilkinson / CarterSports
Foto: Paul Wilkinson / CarterSports
A. Galiano

22 de octubre 2015 - 00:26

Era posiblemente su partido más emocional desde que se fue de Nervión y, por suerte o por desgracia, lo recordará como una victoria. Sea por las bajas o por la motivación, Manuel Pellegrini ha sido justo con Jesús Navas dándole los 94 minutos de su primer enfrentamiento con el club que, como él ha reconocido en la previa, le ha "dado todo". El palaciego no cuajó su mejor encuentro pero fue uno de los mejores de los suyos. Su humildad contrasta con el suficiente juego de su equipo, apático y siempre esperanzado a rentabilizar la calidad en alguna jugada aislada de sus cracks de talonario (como finalmente ocurrió), aunque participó en los dos goles locales y se mostró insistente en sus acometidas por la banda derecha, desde donde curiosamente De Bruyne aprovechó su ausencia para ejecutar al Sevilla en el minuto 91. El carril por esas alturas estaba libre porque ya no pudo volver a su hábitat tras ayudar a tapar la enésima subida Tremoulinas, pero dio comienzo a la jugada decisiva.

No parecía un partido atípico para el canterano sevillista, que empezó con las mismas ganas que acostumbra. Un disparo en el minuto siete buscando la escuadra de Sergio Rico fue su primera acción. Casi acto seguido, un centro suyo no encontraba rematador al cuarto de hora. Dio comienzo entonces un vacío en ataque que duró unos 20 minutos. El dominio sevillista hacía que estuviera más pendiente de Tremoulinas en campo propio que de profundizar hasta el córner rival. Los pocos ataques celestes en la salida buscaban a De Bruyne en el otro flanco sin que hubiera protagonismo del palaciego... hasta el minuto 35. Toure aceptaba el apoyo de Navas en banda derecha en una de sus huidas hacia delante. Éste se la devolvía con el exterior y el africano y la pasividad de Kolo en línea de fondo hacían el resto antes de que una carambola acabara en gol en propia puerta de Rami. Poco protagonismo, pero el necesario y cuando hacía falta.

En la segunda parte de prodigó aún menos más allá de su infatigable trabajo. Dejó un caño a Iborra (que no llegó a ser compañero suyo) en la banda derecha; alguna arrancada infructuosa desde su propia área parecida a la que acabó en el gol de Iniesta en la final del Mundial; y algún que otro centro venenoso al que le faltó la voluntad de sus compañeros para que supusiera algo mas. Ahí se acabó lo vistoso de Navas. Eso sí, pasa desapercibido que es el jugador que da el pase a Toure al que no llega Krychowiak en el inicio de la jugada del tanto definitivo. De puntillas, pero crucial.

Se fue con la conciencia tranquila, como profesional y como sevillista, y ya pensando en el encuentro que, dentro de dos semanas, será aún más especial si cabe para él: su vuelta al Sánchez-Pizjuán. Un partido vital para las aspiraciones en esta Liga de Campeones para su Sevilla y para su City.

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