Morado rima con descarado

sevilla - maribor · el rival

El Maribor saldrá sin presión y se encomendará a la velocidad de su ataque para paliar su debilidad en el repliegue y en las marcas directas.

El entrenador Ante Simundza, con su plantilla en el entrenamiento de ayer en el Ramón Sánchez-Pizjuán.
El entrenador Ante Simundza, con su plantilla en el entrenamiento de ayer en el Ramón Sánchez-Pizjuán.
Juan Antonio Solís

27 de febrero 2014 - 05:02

El Maribor es sin duda uno de los equipos más flojos de los 32 que quedan vivos en esta Liga Europa. Con llegar adonde ha llegado, está satisfecho. Y esa ausencia de presión lo hará peligroso esta tarde en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Porque jugar, lo que se dice jugar, sabe. Hace una semana mostró cierto dinamismo en las transiciones defensa-ataque y un alto ritmo colectivo. Así plantó cara a una plantilla muy superior sobre el papel, como es la del Sevilla, y siguen vivos en la eliminatoria. No van a cambiar sus planes. Si acaso, van a trocar en la medular a Mertelj -ausente en la ida- por Dervisevic y, quizá, a Fajic por Mendy para entrar en esa línea de mediapuntas donde Mezga es su elemento con más calidad.

El Maribor, que suele repartirse los títulos en el fútbol esloveno con el Olimpia Ljubliana, llegó a esta Liga Europa tras caer con el Viktoria Plzen checo en la previa de la Liga de Campeones. Y en la fase de grupos que jugó de septiembre a diciembre pasados, tuvo que remontar en la última jornada al Wigan inglés (2-1), para colarse en los dieciseisavos como segundo clasificado. El primero de ese grupo fue, curiosamente, el Rubin Kazán. Un dato revela la debilidad del equipo morado: los rusos golearon 2-5 en Maribor.

Sin balón

Y es que sin balón es cuando se multiplican los defectos del equipo adiestrado por Ante Simundza. Juegan con defensa de cuatro. Y la proyección ofensiva de los laterales habituales, Milec por la derecha y Viler por la izquierda, necesita aparejadas las coberturas de los pivotes. Y ahí, en el partido de hace siete días en Eslovenia, a Filipovic y Dervisevic, los hombres del eje en la medular morada, les costó mantener la intensidad y el despliegue para equilibrar el espíritu ofensivo del equipo. Cuando salió Marko Marin, con su movilidad se asoció con Rakitic por todo lo ancho del terreno de juego y se abrieron numerosas líneas de pase ante la entregada defensa local.

Llama la atención también la inseguridad que mostró el Maribor en la defensa de los saques de esquina y las faltas indirectas, que además es un arma de destrucción masiva este año en el Sevilla. Saltaron a la hierba cinco hombres altísimos: el portero Handanovic (1,96 metros), el central Arghus (1,89), los medios Filipovic (1,94) y Dervisevic (1,95) y el delantero Mendy (1,90). Pero Fazio cabeceó a placer en las mismas barbas del portero.

Con balón

Precisamente Mendy, a pesar de su estatura, mostró una movilidad en punta que trajo en jaque a Fazio y, sobre todo, Pareja. Entre el francés y Tavares, el brasileño, se alternaron para actuar uno en la mediapunta y otro como punta de lanza. Agradecieron la rigidez de la pareja Cristóforo-Carriço para maniobrar y arrastrar a los centrales sevillistas para abrir pasillos interiores por los que se colaron Mezga y Bohar. Por fuera, los laterales Milec y Viler pisan campo contrario con asiduidad. Ellos aportan la velocidad.

Lo mejor

El descaro de su estilo. Sabe que su fuerte está arriba y sus transiciones son rápidas y efectivas.

Lo peor

Tanto en estático -debilidad en las marcas- como en el repliegue, su contención es propia de una categoría inferior en el fútbol español.

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