El Molinón, plaza 'non grata'

El otro partido

Lo peor del partido fue la posible lesión de Nasri, pilar fundamental del Sevilla de Sampaoli, que, de confirmarse, podría ser baja frente al Barcelona

Amorebieta realiza una entrada contundente sobre Franco Vázquez en El Molinón.
Marta Trillo

30 de octubre 2016 - 05:02

Si algo le faltó al Sevilla para superar al Sporting de Gijón en El Molinón fue creérselo. La diferencia de calidad, posesión y buen juego frente a los locales fue abismal. Entonces, ¿qué le faltó al Sevilla? Algo que al Sporting le sobra: la fe.

Los sevillistas tuvieron mayor posesión, ocasiones claras y un marcador de cara a los 4 minutos de comienzo de juego con una acción de Vietto que no dudó ante el portero. Poco después, Viguera tuvo la misma jugada en sus botas solo ante Sergio Rico y, de forma imperdonable, falló un gol cantado. Pocos minutos bastaron para demostrar la enorme diferencia entre ambos.

Sin embargo, el empuje incansable de El Molinón llevó a los locales a creer, como siempre, y a pesar de sus limitaciones consiguieron empatar con un golazo de Moi Gómez en el minuto 20.

A partir de ahí el partido dio un giro de 180 grados y pasó a convertirse en una mesa de ping-pong, un toma y daca sin pausa. El Sevilla se convirtió en su propio enemigo, no fue a por el partido y dejó escapar unos puntos clave en un campo que se le pone siempre cuesta arriba.

En partidos similares, Barcelona, Real Madrid y Atlético acaban llevándose los tres puntos a casa, ya sea por la calidad individual de sus jugadores, por el trabajo de un grupo sólido o por la motivación del entrenador. El Sevilla tiene esas tres cosas y, sin embargo, no actuó como el grande que debería ser. Para ser el mejor, hay que creérselo.

No obstante, lo peor de ayer quizás no sea el empate, sino la posible lesión de Samir Nasri. El francés abandonó el césped en el descanso cuando, en la última jugada de la primera parte, el mediocentro forzó para defender en una de las muchas llegadas del Sporting. Se notó un pinchazo en el bíceps femoral de la pierna izquierda y, tirado en el suelo, terminó los primeros 45 minutos con gestos de dolor evidentes. A falta de pruebas en las próximas horas, Nasri podría ser, como mínimo, duda para recibir al Dinamo de Zagreb en Champions y al Barcelona en el campeonato liguero.

Lo más probable es que el genial jugador del City, que corre una barbaridad hacia atrás y hacia delante en su nuevo rol junto a N'Zonzi, no pueda participar ante croatas y catalanes y que aproveche el posterior parón para tratar de viajar a Riazor.

El Sevilla sin él es como un coche que conduce de noche con un faro roto. Controla y dirige el juego, siendo uno de los jugadores más en forma de la plantilla. A pesar de llegar a Nervión desmotivado por una mala temporada en el Manchester City, el técnico sevillista ha conseguido recuperar su mejor versión y a día de hoy se ha convertido en un pilar fundamental.

Los futbolistas que marcan la diferencia son aquellos que ponen pausa donde otros corren y que aceleran cuando otros paran. Sampaoli lo sabe, como también que es el jugador más desequilibrante del que dispone. Por ello, ahora su mayor quebradero de cabeza será buscar la pieza exacta para sustituir la bombilla del faro que ha estado guiando tan bien al Sevilla. Iborra, notable ayer tras el descanso, se postula para relevarlo.

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