Maradona, hora cero
Grupo b · argentina
El artífice del título de México 1986 intentará ser en Sudáfrica el primero en ganar el título como jugador y entrenador.
Si alguien cayó y se levantó una y otra vez, ése es Diego Armando Maradona. Polémico, frontal, arbitrario, contradictorio y genial, el mayor ídolo deportivo de la historia argentina tiene mañana la enésima oportunidad de reconstruirse tras parecer acabado.
¿Fracaso al frente de un equipo que cuenta con el mejor jugador del mundo? ¿Campeón mundial en Sudáfrica 2010 como entrenador tras haberlo sido como jugador en México 86?
Como tantas otras veces, Maradona comienza mañana un recorrido que nadie sabe cómo ni dónde terminará. Pero esta vez hay una diferencia: la responsabilidad a sus 49 años es hacia todo un país que lleva el fútbol en la sangre. Esta vez, a diferencia de tantas otras, un tropiezo suyo, un tropiezo que no tuviese justificación, no sería sólo hacerse daño a sí mismo. Golpearía a toda la Argentina.
"Papá, disfrutá", dijo Maradona hoy que le recomendaron sus hijas, Dalma y Giannina. "Luchaste tanto, te hiciste mal a vos mismo, algunos te quisieron matar, otros te quisieron ayudar..."
Criticado con justicia -la selección argentina fue caótica y desconcertante en el año y medio que lleva al frente-, Maradona pareció encontrar al menos cierto patrón en los últimos meses, en aquel partido eliminatorio ante Uruguay en Montevideo y en el amistoso ganado a Alemania: defensa férrea y jugar al contraataque.
Mucho más cerca de su amado-odiado Carlos Bilardo que del juego lírico pregonado por César Menotti. Lejos del gusto argentino por la pelota, pero paradójicamente fiel a sí mismo, por maradonianamente contradictorio.
Hasta que Maradona volvió a sosprender, y tras jactarse del "muro" defensivo, de la línea de cuatro que estaba armando desde hacía meses, esta semana decidió jugar con tres en el fondo y tres arriba. Carlos Tevez, el nuevo "jugador del pueblo", no podía quedarse afuera.
Tiene una ventaja el "10". Más de una, en realidad. El sorteo del 4 de diciembre en Ciudad del Cabo, al que no pudo asistir por estar sancionado por la FIFA, fue muy favorable para sus intereses. Nigeria, Corea del Sur y Grecia le garantizan, salvo catástrofe, un grupo accesible a la Argentina. Y los potenciales cruces de octavos y cuartos tampoco son para que sus jugadores tiemblen.
Y más a favor de Maradona, bendecido con un as de espadas por el que suspiran los otros 31 equipos en el Mundial: Leo Messi.
Maradona viene intentando desde el principio de su ciclo acercase al delantero del Barcelona, ganarse su confianza, motivarlo.
Pero Messi no es fácil, Maradona tampoco, y la presión sobre la selección no ayudó.
La discusión futbolera acerca de quién es superior, si Messi o Maradona, es legítima y tiene recorrido, porque ambos comparten la genialidad como gran don.
Pero ahí se acaban las similitudes, porque no hay nada más diferente en cuanto a personalidad que Maradona y Messi. Extrovertido, impulsivo, verborrágico y agresivo el primero; introvertido, sereno, casi mudo y pacífico el segundo.
Por eso no está claro si Maradona ayudó o presionó en exceso a Messi con su frase de hoy.
"Le deseo con todo mi corazón a Lío que tenga un protagonismo bárbaro y que sea el mejor de todos los tiempos".
Nada más y nada menos que el "mejor de todos los tiempos". Maradona sabe lo que cuesta mantenerse en esa lucha, y hoy admitió que no es con Messi con quien más se identifica: "Mascherano es el más parecido a lo que yo viví en la Copa del Mundo como jugador".
Incansable motor y clave en el equilibrio del equipo cuando está en su mejor nivel, no es casual que Mascherano sea el capitán.
Pero si Argentina conquista su tercer título mundial -24 años después del último, la misma travesía en el desierto de Brasil entre 1970 y 1994-, será porque Messi cumplió con el deseo de Maradona, una vez más exitoso cuando parecía acabado: protagonismo bárbaro para situarse en el camino de los mejores de todos los tiempos.
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