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Leo y Barcelona: la unión de dos maravillas

Sebastián Fest

11 de junio 2010 - 12:24

Barcelona, más que nunca. Era uno de los eslóganes de la ciudad olímpica de 1992. La frase se adelantó 17 años, porque es desde 2009 que la capital catalana se siente, más que nunca, el centro del mundo. Y una delas razones está clara: Leo Messi.

Adorado por los hinchas, por su entrenador y por sus compañeros, el joven que amenaza el liderazgo histórico de Pelé y Diego Maradona llega al Mundial en éxtasis futbolero, tocado por la varita mágica, jugando como un semidios.

Sus exhibiciones tienen como escenario el Camp Nou, un imponente estadio para casi 100.000 espectadores. Con cada partido que juega le quita sentido, en cierto modo, al duelo que se esperaba con el portugués Cristiano Ronaldo.

"Messi no juega solo, y sus compañeros tienen un enorme mérito. Quien sabe analizar el fútbol sabe de lo que hablo", dijo recientemente el portugués ante la enésima pregunta sobre el mejor jugador del planeta. Pero el hombre del Real Madrid fue noble, porque agregó que ve ya a Messi "entre los mejores de ahora y de siempre".

Las razones del desembarco de Messi en Barcelona son, a estas alturas, ampliamente conocidas: su padre dice que no encontró el apoyo que necesitaba en Argentina. Y saltó a España, donde le sirvió de enlace Josep María Minguella, el mismo hombre que años antes había llevado a Maradona al Barcelona.

Por su casa de la Barcelona más elegante y burguesa, la de la zona alta del barrio de Pedralbes, pasó Maradona en el 82, y allí también estuvo Messi con su padre, Jorge, en el año 2000.

Minguella tiene cariño por Messi, pero no deja de asombrarle la fidelidad absoluta del jugador a Argentina. Tanto, que la casa de Messi, en las afueras de Barcelona, es mencionada por muchos como little Rosario.

"Messi está encerrado con su familia. Es que no habla ni español, ¡habla argentino! ¡Qué digo, rosarino!", se ríe Minguella. "Sería un golpe fenomenal para los catalanes que dijera alguna palabra en catalán".

Por ahora, difícilmente lo hará. Hace poco la revista Rolling Stone le preguntó a Messi si se llevaría Rosario entera hasta el Mediterráneo.

"Posiblemente lo haría, porque es mi ciudad", respondió el zurdo.

¿Y si sólo se tratara de traerse a Barcelona algunas cosas de allí? Messi no lo ve posible. "No sé qué podría llevar, porque todo es diferente". Sus mejores recuerdos, dice, están en Rosario, aunque nunca olvidará a Barcelona, que lo vio "crecer".

El de Messi es un caso inusual. Casi toda su familia está en la capital catalana, y ahora también su novia. Si se lo escucha hablar, si se ahonda en sus gustos musicales, si se siguen sus ritos diarios, se confirma que, cuanto más tiempo pase desde que dejó Argentina, más argentino se sentirá.

Y eso pese a que 2009 fue un año duro para él. Mientras la orquesta sinfónica del Barça deleitaba con su fútbol y un récord de seis títulos, Messi sufría cada vez que volaba para encontrarse con la selección.

En su mente retumbaban las absurdas acusaciones difundidas por muchos periodistas e hinchas en su país: a Messi sólo le interesa jugar "por la plata"; Messi es "pecho frío; no siente la camiseta, no tiene personalidad, no le importa la selección. No sabe el himno argentino".

"Eso es tremendamente injusto, porque Leo muere por su país, ama jugar para la selección", aseguró Juanjo Brau, el fisioterapeuta que desde hace una década sigue a sol y sombra al argentino.

"Si le das una patada, te duele a vos", comentó recientemente Diego Perotti, el jugador argentino del Sevilla.

A la milanesa napolitana seguida de helado de chocolate y frutilla -combinación por la que Messi muere- se le sumaron frutas y verduras, también pescado. Cambios en los horarios -hasta hace poco Messi podía ver fútbol argentino a altas horas de la madrugada- y la decisión de mejorar y mejorar convirtieron a Messi en lo que es hoy: un zurdo que hace goles de derecha y de cabeza, un endiablado futbolista que puede ser extremo, mediapunta o un 9 en una misma jugada.

En Barcelona ya no se preocupan. El Messi cabizbajo y compungido que devolvían las eliminatorias se convirtió en un jugador confiado, un joven que sabe que lo mejor está aún por venir.

En corto

Lionel Messi tiene aún mucho por delante y prácticamente lo ha ganado todo. El objetivo del Mundial sigue ahí pese a las críticas surgidas por su juego con la selección argentina. Así es que Messi respondió a su estilo a las despiadadas palabras de los críticos. Lo hizo en silencio y jugando al fútbol. A fuerza de goles y actuaciones memorables -los cuatro goles ante el Arsenal el 6 de abril erizan aún la piel-. Se proclamó máximo goleador de la Liga con 34 goles y sólo el Inter supo encontrar un freno posible que le impidiera seguir peleando por el título continental. Ahora, le tocará guiar a Argentina.

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