José María González de Caldas dimite como consejero
El consejero, que iba a ser relevado en la Junta General de Accionistas, se ha despedido con una carta de agradecimiento al club.
El consejero del Sevilla José María González de Caldas ha presentado este miércoles su dimisión antes de ser relevado del cargo en la Junta General de Accionostas del club que se celebra en la tarde de este miércoles. De Caldas entró a formar parte del Consejo de Administración en diciembre de 2012. Ha querido redactar una carta de agradecimiento para despedirse colgada en la web del club.
"De todas las millones de palabras que tiene el diccionario no podría encontrar otra que en menos letras pueda resumir mejor el cúmulo de sentimientos y de momentos vividos en estos últimos tres años a tu lado.
En primer lugar, gracias a ti, José María, por entender mis ambiciones (y sí, digo bien: AMBICIONES), creer en mí y darme la oportunidad de estar hoy escribiendo estas palabras.
Gracias a mis compañeros de Consejo, por hacer de cada Consejo y de cada reunión, un buen rato entre AMIGOS (Quique, Juan Luis, José Marías, Ramones, Tino, Manolo, Piedad, etc..., ¿cuándo echamos el próximo café?)
Gracias a todos y cada uno de los trabajadores y voluntarios que trabajan en el club por tener siempre una buena palabra hacia mí, siempre un gesto amable y lo más importante: un buen consejo que darme cuando me hizo falta.
Gracias al respeto de cientos, miles de sevillistas, porque sin el respeto de los tuyos, esto tampoco habría sido posible.
Gracias a todos los sevillistas que más allá de la duda o de los recelos, se acercaron a conocer a la persona detrás del nombre.
Gracias a todo los que me criticasteis con sinceridad y sin prejuicios: siempre me hicisteis crecer.
Gracias a las distintas plataformas de socios, y asociaciones de accionistas que eligieron escucharme antes de emitir un veredicto.
Y a todos aquellos (los menos) que prefirieron condenar sin tan siquiera molestarse en conocer ni a nada ni a nadie, gracias, también a vosotros gracias, porque me volvisteis a recordar que en este mundo y mal que le pese a Manuel Summer, no todo el mundo es güeno.
Gracias a mi familia, por apoyarme incondicionalmente y en todo momento, a pesar de que el viento no siempre soplase a favor. Gracias a mi madre y a mi hermana (las biris de la familia) y a mi hermano Álvaro, mi compañero inseparable. Gracias a ti también papá, por apoyarme siempre en la persecución de mis sueños. Gracias a ti, Lou, que me animaste a lanzarme a esta locura porque aunque odias el fútbol, adoras verme feliz (y vaya sí lo he sido a lo largo de estos tres años). Gracias a mis cuatro abuelos por inculcarme desde niño lo que significa ser sevillista. No quiero ni pensar lo que habréis disfrutado estos últimos tres años desde el tercer anillo, viéndome brincar y saltar de un estadio a otro. Por cierto, esas lágrimas de Turín y Varsovia eran vuestras a cuatro partes iguales: os quiero y os echo mucho de menos.
Y por último, gracias a ti siempre, Sevilla. Lo que he vivido a tu lado en estos tres años no se puede describir con palabras: ¡¡¡gracias, gracias, y mil veces gracias!!!
Gracias por hacerme sufrir hasta el minuto 93 en Mestalla para después hacerme explotar y llorar como un niño con el gol de nuestro negrito M'bia. Gracias por dejarme abrazar a Coke en el césped de Varsovia y saltar encima de Vicente Iborra como si aquel último gol hubiese sido mío.
Gracias por la tanda de penaltis de Turín y esos pasos que gano Beto en cada lanzamiento que me parecieron kilómetros. Gracias por dejarme pisar el césped de ese estadio turinés que ya nunca podremos olvidar. Gracias por dejarme vivir junto a ti, como 20 tíos de su padre y de su madre se abrazaban en nuestro vestuario para cantar nuestro himno del Arrebato, después de doblegar al todopoderoso equipo de la capital.
Gracias por el espectáculo de nuestra afición en Cardiff (los guiris se miraban alucinados), aún se me ponen los pelos de punta y me vuelvo a emocionar.
Gracias por dejarme acunar esas dos Copas que en Sevilla brillan como en ninguna otra ciudad europea. Gracias por dejarme ver por tierra, mar y aire como tu ciudad se rinde a tus pies y cientos de miles de sevillistas, ancianos, mayores y niños lloran de emoción al ver pasear camino de Nervión, a su equipo, a sus héroes y sus títulos.
Gracias, gracias y un millón de veces gracias.
Gracias por todo y por más, porque éstas eran las AMBICIONES de las que te hablaba. Gracias por dejarme haberlas satisfecho una tras otra, y gracias sobre todo Sevilla, por demostrarme que en esta vida, a veces, los sueños se hacen realidad.
Nos vemos en el Ramón Sánchez-Pizjuán. De dónde nunca me moverán.
José María González de Caldas Muñoz"
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