Honor a un corazón fiel

Curro Sanjosé recibe el VIII Dorsal de Leyenda por sus 16 años de carrera profesional, en la que sólo vistió una camiseta, la del Sevilla. "Nadie como él encarna nuestros valores de casta y coraje", resalta José Castro.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
Juan Antonio Solís , Sevilla

18 de noviembre 2015 - 16:47

Hablamos de un homenaje al fútbol de la fidelidad inquebrantable. En la salud y en la enfermedad. Hasta que la muerte de vaciar una taquilla los separó. El fútbol de un escudo tatuado en la piel porque no hubo sudor ni sangre para otro. El fútbol de las mismas botas negras un año, y otro, y otro, y otro. El CV del protagonista cabe en un papelillo de fumar: "Me llamo Curro Sanjosé, nací el 12 de noviembre de 1952 en Sevilla y jugué 16 años en el Sevilla FC". Por dedicación tan íntegra, no cabe más honor en menos papel.

Y ese honor fue el que respiró el homenajeado cuando recibió de manos de José Castro el VIII Dorsal de Leyenda, ese reconocimiento con el que el club de Nervión distingue a sus mejores exponentes sobre la hierba "cuando hay que hacerlo, en vida, para que lo disfruten", destacó el dirigente.

El rector utrerano calificó como algo "impensable" en el fútbol de hoy día que un profesional juegue 16 años seguidos en un mismo club, el club de su corazón. Y que además no lo haga en ninguno más. "Curro entregó su juventud y su madurez al Sevilla. Fue un hombre de un solo club y con su integridad y rectitud honró y todavía honra al Sevillismo. Sanjosé es el Sevilla FC, porque nadie como él encarna nuestros valores de casta y coraje".

Agasajaron a Curro muchos de sus ex compañeros, desde Lora, el capitán que lo acogió cuando siendo un chaval llegó al primer equipo allá por el año 70, a Jiménez, el heredero de su dorsal. Y de su casta y coraje. "Admiré a muchos laterales, pero mi maestro fue Curro. Aprendí a llevar esa camiseta y ese número por los valores que él me transmitió día a día".

Entre los asistentes, junto a otros jugadores, Unai Emery y el cuerpo técnico, estaban los dos laterales zurdos actuales, Tremoulinas y Escudero.

El homenajeado subió acto seguido al estrado. "Es un orgullo y un honor que el Sevilla me haya concedido este Dorsal de Leyenda. Es mi equipo de siempre, mi equipo de siempre...". Ahí no pudo evitar la voz quebrada. Imposible el regateo al súbito asalto de la emoción. Como ya les ocurrió a Juan Arza y Busto, ya fallecidos, más Marcelo Campanal, Achucarro, Valero, Paco Gallego y Enrique Lora, los siete galardonados por el Sevilla años atrás.

Un vídeo hizo saltar las lágrimas del homenajeado. En él, su mujer Amparo y sus hijas Sara y Olga glosan cómo los 373 partidos oficiales que Sanjosé jugó como sevillista marcaron, marcan y marcarán su vida. Al final, su nieta corretea por la hierba de Nervión.

Sanjosé ha sido el jugador que más derbis ganó: quince. El ardor en la batalla dejó episodios de ese fútbol añejo que se nos fue, en el que las patadas sonaban. Pero la nobleza y bonhomía recogen frutos ahora que el fútbol son recuerdos. En el antepalco del Pizjuán estuvieron Gordillo, Biosca, Cardeñosa, López, Demetrio, García Soriano, Bizcocho. Un gesto oportunísimo cara al derbi que ya asoma. Gordillo habló desde el nexo que los une, el Polígono de San Pablo: "Curro, te lo mereces. Tuve la suerte de vivir momentos muy, muy buenos contigo. Y tuve la suerte de ser zurdo y no jugar por la derecha (guasa de la buena que arrancó carcajadas)..., te colgaron el sambenito de leñero, pero no fuiste sólo casta y coraje, tenías una buena zurda, y como a mí, te bajaron del extremo al lateral. Estamos contentísimos por ti. Y los poligoneros, orgullosos".

El alcalde, Juan Espadas, resaltó el valor representativo de estos héroes locales: "La historia de Sevilla es la de sus clubes y la de personas como Curro. Esa leyenda es también la de una ciudad".

Especial fue la presencia de uno de sus grandes rivales en el campo, Dani. El que fuera gran extremo del Athletic también se emocionó. "Él hizo lo que yo, defender los valores de su equipo. ¿Si fue sucio? No, luchó por lo mismo que yo". Trajo un obsequio bajo el brazo: un cuadro con cuatro fotos que ilustran ese fútbol que se nos fue: "Curro se tiraba al suelo a menudo y cuando se levantaba ni se le veía el 3 en la espalda". Era el fútbol del barro. Y de las fidelidades inquebrantables.

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