Hacer historia tiene un doble premio
Final Liga Europa · Dnipro - Sevilla · la previa
El Sevilla se ilusiona con ser el club con más títulos de la Liga Europa y con el extra de la Champions. Máximo respeto al Dnipro pese a ser favorito.
El Sevilla, afortunadamente para los suyos, vuelve a disertar un "decíamos ayer". Si hace más o menos un año se ilusionaba en Turín, en pleno Piamonte italiano, con la tercera Liga Europa, algo que finalmente consiguió, ahora ya está instalado un poquito más lejos, en Varsovia, para pelear por el póquer de títulos en la segunda competición del fútbol continental. Se da la circunstancia, además, de que superar a clubes como Juventus, Inter o Liverpool, que de sólo nombrarlos ya provocan temblores en las extremidades inferiores, no sólo serviría para inscribir el nombre del Sevilla Fútbol Club en la historia del balompié europeo, sino que conllevaría el premio extra de participar en la próxima edición de la Liga de Campeones, con lo que eso supone de prestigio y de dinero. Pero para que eso suceda es imprescindible el máximo respeto a un Dnipro con escaso nombre, pero con un ramillete de futbolistas que pelearán con la máxima ilusión por ganarse un nombre en la élite europea.
Ésa es la clave, por tanto, para que el Sevilla vuelva a conquistar la Liga Europa, tal y como hizo en las tres finales anteriores que disputó, que sepa darle el sitio al Dnipro. Aunque si todo dependiera de eso el favoritismo que se le adjudica a los hombres de Unai Emery sería aún mayor si cabe, pues no hay un grupo de profesionales del fútbol que le conceda más importancia a los rivales que tienen enfrente. El Sevilla tuvo que dejar atrás a adversarios reputados, como Borussia Mönchengladbach, Villarreal, Zenit y Fiorentina, y lo hizo a través de no ningunearlos jamás sino todo lo contrario para después derrotarlos donde debía hacerlo, en el terreno de juego.
Tanto empeño pusieron los discípulos de Emery en ello que arriban a Varsovia con la vitola de invictos desde que se iniciaran los cruces por eliminatorias. Desde entonces, pese al indudable nivel de los adversarios que les deparó el bombo, el Sevilla totaliza siete triunfos y sólo un empate en San Petersburgo que le sirvió para superar los cuartos de final contra el campeón de la liga rusa. Por ello, Emery no ha variado mucho el método de trabajo a la hora de mentalizar a los suyos para el encuentro, el camino está trazado y no hay razón para salir de él.
Si desde ese presente se abre un pequeño paréntesis para el pasado no podemos encontrar con algo que enorgullece a todos los que sienten al Sevilla como su credo futbolístico. Se trata de la cuarta final europea de la UEFA del siglo XXI, algo de lo que muy pocos clubes del continente pueden presumir. Al parecer, sólo Barcelona y Bayern Múnich, ni más ni menos que esos dos nombres, pueden hacerlo. En ese balance histórico, en 2006 el rival era el Middlesbrough para arrancar la época más gloriosa de la entidad nervionense, en 2007 le tocaba el Espanyol y después, en 2014, le correspondió el turno al Benfica. Todos fueron cayendo en esas tres finales, los ingleses por goleada y los dos últimos en los lanzamientos desde el punto de penalti. Y ahora le corresponde el turno a un Dnipro al que algunos, sobre todo fuera del propio Sevilla, han querido ningunear, pero que arriba a esta cita tras cargarse en semifinales a un Nápoles, sí el de Rafa Benítez, al que esos mismos ya consideraban como vencedor anticipado de la competición. Si el Dnipro los eliminó, algo querría decir sobre el potencial de los ucranianos.
Tal vez nos les suenen a muchos, pero Emery y su cuerpo técnico ya les han desmenuzado a sus futbolistas a lo Konoplyanka, Rotan, Boykov, Fedetskiy, Douglas, Kalinic y compañía. No hay un solo futbolista del Sevilla que no sepa ya las virtudes y los defectos de los hombres que tendrán enfrente completamente vestidos de azul Italia. Ésa es otra de las claves del buen funcionamiento del Sevilla durante el presente curso, la capacidad para taparle las virtudes y también para atacarle los defectos a los adversarios con los que se mide.
Y por ahí precisamente llegará la principal de las incógnitas que pueda presentar el once de Unai Emery para esta final. ¿Preferirá defender a Konoplyanka o, como en el caso de la Fiorentina con Joaquín, optará por atacar a la estrella del Dnipro como la mejor de las defensas? Ésa es la clave para saber si jugará Coke o lo hará Reyes para que Aleix Vidal ejerza de lateral derecho o de extremo. Tal vez sea la única cuestión a discernir sobre un equipo que parece estar muy claro en la mente del entrenador vasco, tanto que ésa fue la única variación en los dos encuentros de las semifinales y de no mediar algún problema físico así será.
Sean quienes sean los once elegidos es seguro que los más de ocho mil sevillistas que se han pegado la paliza de venirse hasta la reconstruida Varsovia para aguardar la cita en la zona conocida como Francuska, un bulevar a 500 metros del Estadio Nacional, estarán más que seguros del nivel de competitividad que pondrán los suyos. Este Sevilla se caracteriza, entre otras cosas, por no rendirse jamás ante ningún tipo de circunstancias. A partir de ahí ya debe aparecer la calidad de Banega, Bacca, Vitolo, Reyes, Aleix Vidal y compañía para desnivelar la balanza a su favor.
Porque este Sevilla, también, es una garantía de gol. Así que, siempre desde el máximo respeto al Dnipro, los hombres que vestirán como la gran Polonia de Lato en el Mundial de Alemania, en un guiño a los anfitriones, tratarán por todos los medios de meter el nombre del Sevilla Fútbol Club en la historia del fútbol europeo. Ése es el goloso premio que les espera.
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