Guillén pierde la sonrisa
El presidente analizó la crisis junto a Gordillo, Mel y Roberto Ríos hasta entrada la madrugada.
El gabinete de crisis se instaló, casi de manera fortuita, en el extensísimo hall del hotel Tryp Aeropuerto. La cena fue larga y tendida. Más de uno había pensado incluso tomar un taxi y dar una vuelta por la Ciudad Condal, en la que el fin de semana entra ya el jueves noche, pero el resultado lo desaconsejó. Más que el resultado, el ánimo. Se metía el día en viernes y en una de las mesas del lugar tomaban asiento Miguel Guillén, Rafael Gordillo y los entrenadores del equipo, Pepe Mel y Roberto Ríos. Vlada Stosic había dejado la tertulia en el comedor y José Antonio Bosch y el resto de expedicionarios, lógicamente, se han desplazado para menesteres muy distintos de lo que se debate en esos instantes.
Los rostros son de preocupación y se analizan, amén de porqués, posibles soluciones para romper la dinámica del equipo. Es la palabra de moda: dinámica. Y es que se echan incluso cuentas de qué hubiese supuesto empatar ante el Espanyol. Pues eso, ser hoy sextos, acabar con esa racha derrotas y que, incluso, cuatro personas no anduviesen en vela en un espacio cerrado de un cubicaje infinito.
Ya de mañana llama la atención que el presidente del Betis no luzca esa sonrisa que, diríase, por primera vez lo abandona. "Ha sido un mazazo y estamos preocupados, muy preocupados. Anoche debatimos sobre la marcha del equipo y cómo cambiar las cosas, porque los jugadores están tocados. Hemos probado a a cambiar el estilo y ser más conservadores, pero se ha visto que sin utilizar nuestras ideas también podemos encajar un gol. Era una magnífica oportunidad para cambiar esta dinámica negativa y no se logró. Es preocupante", argumenta.
Tarda en salir el Guillén optimista y eso preocupa en alguien de su talante. Con todo, el presidente se viene mínimamente arriba. "Esto es muy largo y estamos plenamente convencidos de que el equipo está capacitado para conseguir el objetivo, y lo va a hacer. La preocupación es coyuntural, por el presente, a sabiendas de que el equipo se va a levantar", añade el presidente, quien recuerda idéntica racha el año pasado y cómo se salió de ella: "Está muy reciente y nos demuestra que se puede superar. Entonces nos valió un empate en Ponferrada y luego ya casi no perdimos y acabamos primeros. Ahora, incluso, queda más tiempo para dejar atrás esta dinámica de derrotas".
Hablarle a Guillén de cuestionar a Mel es casi como decirle que si será él quien deje la presidencia si el equipo sigue perdiendo: "A Pepe no hay que decirle nada. Él sabe que estamos con él y sólo hablamos para darnos ánimos entre todos y tratar de hallar las soluciones. Anoche lo vi muy tranquilo. Dolido, pero tranquilo. Él no necesita apoyo ni refrendo público ninguno, es que de esas cosas ni hablamos".
Lógicamente, y ahí radica el problema, éste existe por la racha de partidos cosechando cero puntos. Porque la tabla está ahí. "Pero no somos conformistas, no podemos mirar el colchón de puntos ni que somos décimos, aunque lo sabemos. Aunque, claro, tampoco nos vamos a hundir. Estamos tocados, pero vamos a salir porque somos una piña y estamos trabajando", avisa un Guillén decididamente optimista. Con todo, su afable sonrisa sigue en huelga catalana.
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