Guardiola: el hombre que seduce con su verbo y su fútbol

La resaca del campeón de Europa

El entrenador blaugrana ha sabido meterse a todo el mundo en el bolsillo con una filosofía que rechaza el resultadismo imperante en los último años en el fútbol europeo.

Daniel García Marco (Dpa)

28 de mayo 2009 - 17:44

Barcelona/Al filo de la medianoche, un espontáneo y masivo aplauso atruena en la sala de prensa del Estadio Olímpico de Roma. Los periodistas de todo el mundo, cautivados, despiden así al técnico del Barcelona, Josep Guardiola, que acaba de lograr la Liga de Campeones y de meterse a todo el mundo del fútbol en el bolsillo.

Guardiola ha ganado el triplete -Liga, Copa y Champions- en su primera temporada como técnico y con sólo 38 años. El éxito, su idea de fútbol vistoso y su discurso enganchan tanto como su elegancia, su juventud y su ideología.

"No hay nada más arriesgado que no arriesgarse", espeta en italiano. Una de sus múltiples frases bonitas con que decora cada rueda de prensa, en la que responde con paciencia, con respeto, serio a veces, jocoso en otras, didáctico siempre, atento, en catalán, en español, en italiano o en inglés. Casi siempre con la voz rasgada, elegante ya sea con corbata o con la ropa deportiva.

No concede entrevistas. Quien quiera hablar con él, en sala de prensa, sin prisas, ante todos. En la cancha vence y ante el micrófono convence.

"¿Ha demostrado que también se puede ganar jugando bien al fútbol?", le preguntan. "No sólo que también, sino que es más fácil ganar jugando bien", responde el técnico, que se comporta como un jugador, igual que era entrenador cuando estaba sobre el césped.

La ruptura del resultadismo

Pese al discurso florido, no trasluce pedantería. Son las frases que reconfortan en tiempos de crisis. Las que tras los éxitos de la selección española y del Barcelona parecen romper con una etapa de fútbol cínico, marcado por el resultadismo, por el juego físico. Nada de eso va con Guardiola, seguidor de la ideología ofensiva de su maestro, Johan Cruyff, del que se ha quedado con lo bueno y ha mejorado lo malo.

Hace poco más de un año supo que tras apenas una campaña dirigiendo al segundo equipo en tercera división iba a asumir el mando del Barcelona, necesitado de regeneración tras dos temporadas sin títulos y descompuesto en el vestuario. Tenía el aval del ideólogo Cruyff, el que le hizo debutar en 1991 y con el que ganó cuatro Ligas y una Copa de Europa.

Su misión era mejorar el dream team (equipo de ensueño) de los años noventa de Cruyff, ese engendro ideológico-futbolístico que cambió para siempre la manera de ver el fútbol en Barcelona.

Herencia complicada

Heredó un equipo del que se hablaba más por las constantes fiestas de Ronaldinho y Deco. Esas ramas estaban pudriendo el árbol y las podó. Todo floreció de nuevo y hasta Samuel Eto'o empezó a generar brotes verdes.

Se ponía fin a la etapa Ronaldinho, tan exitosa al principio como amarga al final y efímera en su conjunto.

"En un año ha cambiado todo", constata en Roma Thierry Henry, paradigma de la metamorfosis y convencido por Guardiola.

¿Qué parte del éxito es del entrenador? "Todo", responde Henry, entregado como Leo Messi y Eto'o a su técnico.

El mismo equipo de hace un año, sin los díscolos, con Dani Alves y Gerard Piqué, ha conseguido un histórico triplete. El único equipo español en hacerlo, el quinto de la historia. Guardiola es el sexto técnico en ser campeón de Europa como técnico y jugador, el tercero en hacer las dos cosas con el mismo equipo. Ninguno lo logró tan joven.

"Un extraterreste que parece llegar un mundo lejano"

Pero el éxito de Guardiola trasciende lo deportivo. "Es un extraterrestre que parece llegar de un mundo lejanísimo, del espacio interestelar, donde sobreviven aún los principios básicos del respeto, de la cultura deportiva", lo elogia hoy el diario italiano La Repubblica.

Guardiola ya patentó una imagen de marca: barba cuidadosamente descuidada, porte elegante, voz pausada, veneración al balón y una formación intelectual poco habitual en el fútbol.

Trabajador, disciplinado y obsesivo, de Guardiola se destaca hasta su gusto por la lectura. "El técnico poeta", decía recientemente el diario argentino La Nación. "Eterno seductor", escribió el rotativo español El País, rendido a "Pep".

Guardiola controla todo. En la cancha, en el vestuario y ante los medios. Tras el partido, en Roma, dedicó el título al mítico Paolo Maldini, que el pasado domingo se despidió de San Siro con el Milan a los 40 años entre protestas de los aficionados ultras, de los que siempre se distanció el defensa.

Un guiño a Maldini y al veterano técnico Carlo Mazzone, quien lo dirigió en su estancia en el Brescia.

También fue elegante con el Manchester United. "Tienen un estadio que se llama el 'Teatro de los Sueños'. Con eso está dicho todo", dijo como muestra de respeto al rival, al que acababa de batir.

Hasta Alex Ferguson, técnico del United, poco dado al elogio, se inclinó ante Guardiola.

"Tienen el crédito de perseguir su filosofía y no cambiar", dijo el escocés. "Todos ellos disfrutan jugando al fútbol", agregó el técnico de 67 años, rendido como casi todo el mundo del fútbol al estilo Guardiola.

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