Goleada sin pase matemático pero con liderato (4-0)

Liga de Campeones

El Sevilla se deshace sin el menor problema de un paupérrimo Dinamo de Zagreb sin sellar la clasificación por el empate del Lyon en Turín. Ahora encabeza su grupo tras una noche plácida y pletórica

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
J. Ollero, Sevilla

02 de noviembre 2016 - 18:56

Fiesta en Nervión, que vio a su equipo pasar por encima de un rival de un nivel muy alejado de lo que la competición obliga para dejar la clasificación a octavos de final prácticamente sellada. Y es sólo prácticamente por el empate del Lyon ante la Juventus en Turín. Eso tiene dos lecturas: un triunfo turinés clasificaba al equipo de Sampaoli, pero con ese empate es líder y tiene a su alcance finalizar en la cabeza de un grupo de complejidad notable.

El Sevilla ganó 4-0 como pudo ganar X-0, puesto que el Dinamo de Zagreb puso todo de su parte para marcharse del Pizjuán con un saco todavía más pesado. De hecho, debió ocurrir así, pues el monólogo fue insoportable para los croatas y un auténtico festín para la grada, encantada con un día de fiesta en el que no falló absolutamente nada.

Sin Nasri, el gran faro del Sevilla, Ganso se enseñó en toda su dimensión gracias también a que los croatas le dejaron pensar y permitieron que los locales quebraran su resistencia sin tener que imponer un ritmo demasiado alto. Sin apenas rival, el Sevilla fue paciente, tocó, elaboró y, sin forzar al meta rival a realizar docenas de paradas, se fue con la sensación de que la goleada fue corta, cortísima.

A castigar la bisoñez del rival se esmeró un Sevilla a años luz del rival. Sampaoli modificó su dibujo para que Ganso no tuviera apenas exigencia defensiva aprovechando la falta de argumentos arriba del Dinamo de Zagreb. Defensa de cuatro con dos laterales largos y Kranevitter acompañando a N'Zonzi para que el brasileño jugara a su aire intentando conectar con Vázquez, Vitolo y Vietto. El chileno varió la composición y la disposición, pero no cómo encarar el partido, pues el asedio fue brutal, constante e inmisericorde.

Vitolo, capitán en la noche de Champions en la que cumplía 27 años, fue una auténtica tortura para la defensa croata. Ni siquiera un rodillazo en el lomo de Stojanovic al poco de comenzar pudo con Vitolo, quien recibió de lo lindo al punto de que el defensa esloveno vio una segunda amarilla más que absurda en el alargue del primer tiempo que dejaba a su triste equipo con uno menos todo el segundo tiempo.

Ya por entonces nadie se atrevía a dudar del triunfo sevillista. No sólo por el gol de Vietto, que se deshizo de Schildenfeld con una facilidad pasmosa y batió al joven Livakovic por donde no se debe, por el propio cuerpo del portero. Sino porque lleva sin parar, combina con facilidad y el Dinamo de Zagreb apenas puede frenar a los nervionenses a trompicones. Media hora de partido en la diana de Vietto y hace ya rato que la Juventus vence al Lyon con un penalti de equipo grande, con lo que todo pinta a las mil maravillas para un Sevilla que tiene todas las cartas en su mano y la opción de buscar un marcador amplio para nivelar la diferencia de goles con los italianos.

Ni rastro del pretendido discurso ofensivo de los croatas para que el repaso continuara de manera aún más contundente en el segundo acto, cuando el desgaste visitante se hizo patente y una vez que llegó el segundo gol todas las puertas se abrieron para que el Sevilla coronara un resultado y una noche fantástica.

Marcaron Escudero, con la derecha y tras una pared estupenda con Vitolo, N'Zonzi de cabeza (¡albricias!) y Ben Yedder después de una escena de salón de Rami. Y pudieron ser más, claro, como en una cuchara de Ganso que Vitolo enganchó para lucimiento (breve, pero intenso), de Livakovic.

Pocas noches tan plácidas y tan redondas va a tener el Sevilla, y menos aún en este torneo. Pero el trabajo, tras cuatro jornadas, está prácticamente hecho, es el único equipo junto al Leicester City que aún no ha encajado un solo gol y se ha convertido en el enemigo a batir por la Juventus cuando su papel parecía destinado a escolta. Aquel punto en Turín con todo el Sevilla metido en la gruta adquiere ahora un valor aún superior a los tres triunfos consecutivos (hay que subrayar que con la portería a cero) de un Sevilla ahora mismo sin techo. Y no era el Dinamo de Zagreb quien iba a enseñárselo...

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