Getafe sigue rimando con gafe
Getafe | sevilla
Ni la acumulación de ocasiones permite al Sevilla vencer en Getafe, donde sólo ganó en una de las nueves veces que jugó allí en Primera La falta de gol, problema enquistado
El Sevilla sigue sumando sólo una victoria en el Coliseum Alfonso Pérez en nueve visitas en Primera. Un estadio desagradable, en el que el Sevilla nunca se ha sentido cómodo y, mucho menos, en noches como la de ayer, en la que al viento de la primera mitad se le añadió la lluvia en la segunda. Y si, para colmo, los jugadores sevillistas no se adaptan a las condiciones climáticas y cuando todo parece encarrilarse, la fortuna es contraria, no hay manera de desterrar el gafe getafense.
Aunque, quizás, sería más pertinente preguntarse si es el estadio getafense o es el Sevilla el que ha adquirido un semblante gafe que no sabe como quitarse de encima. Si a un equipo que necesita una cantidad exagerada de llegadas y ocasiones -inconcebible que un futbolista que come del fútbol, y muy bien por cierto, falle la oportunidad que marró Jesús Navas- le dura la ventaja en el marcador lo que tarda el rival en sacar una falta y que se envenene para entrar en la portería (anoche 4 minutos), hay que empezar a creer en supersticiones, meigas y hasta apariciones de la Virgen.
Pero achacar todo a la suerte sería, además de una excusa de perdedores, contraproducente. Más que nada porque el Sevilla no puede fallar las ocasiones que falló en la primera y segunda parte, y tampoco se puede jugar sin la inteligencia mínima que se le exige a un profesional cuando el viento, tan determinante anoche, sopla a favor. Y si todo esto no fuera suficiente, el Sevilla rara vez se va a encontrar delante esta temporada a un rival que tenga bajas en todas sus líneas y al que, para colmo, se le lesione un futbolista al cuarto de hora y tenga que entrar otro que iba a ser baja por enfermedad.
Que el Sevilla tiene poco gol es algo que se viene viendo desde principios de temporada, pero la planificación del equipo esperaba que esa falta de pegada la solucionaran los futbolistas de segunda línea. El problema es que los jugadores de segunda línea nunca se han caracterizado por aportar esos goles, algo que Unai Emery debería saber. Y si no lo sabía, se enteró anoche.
Hay malas noticias, puesto que hay jugadores que no están al nivel que se les presupone como Negredo o, sobre todo, Medel, pero también es cierto que hay otras tantas buenas. Emery parece estar inculcando una idea de juego que evita que al Sevilla le creen ocasiones claras si no es por fallos infantiles propios. Además, Maduro hizo un buen partido como ancla del equipo, y cuando fue sustituido por Kondogbia, el francés aportó el empuje que necesitaba el partido. El acierto en el planteamiento y en la lectura del partido hay que achacárselo a un nuevo técnico que parece saber lo que se hace. El mejor ejemplo fue su gesto al equipo tras encajar el empate. Ni lamentaciones ni aplausos demagógicos. Emery pidió tranquilidad a los suyos, quedaba un minuto para el descanso y toda una segunda parte para enmendar los errores.
Pero en la segunda mitad el Sevilla fue víctima de su bisoñez, de su desacierto y del estado de nervios en el que el equipo está instalado. La segunda vuelta acaba de empezar, y queda muchísimo o poquísimo según como se vea el vaso de lleno o de vacío. Ahora llega la Copa y dos partidos seguidos en casa en los que no habrá medias tintas: o el Sevilla coge aire y se quita los complejos de un plumazo o el calvario hasta final de temporada no se lo quitará nadie. Anoche, el gafe getafense volvió a aparecer en ese estadio de ambiente fantasmagórico, aunque, por si acaso, el Sevilla ya le ha ganado el goal average al Getafe. Por si acaso.
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