Gameiro..., al santoral (2-2)

Liga europa

El Sevilla se vuelve meter en unas semifinales europeas gracias a un golazo del francés que también será recordado mucho tiempo. El Zenit llegó a remontar por mor de dos errores de Beto.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
Francisco José Ortega (Enviado Especial A San Petersburgo)

24 de abril 2015 - 05:02

El santoral del Sevilla sigue acumulando nombres por la sencilla razón de que el equipo radicado en Nervión es una máquina de ganar. El Zenit, con todos sus millones y arrogancia, fue quien sufrió ayer la pegada de un campeón que tuvo los arrestos para sobreponerse a las adversidades que manaron desde su propio interior. Ese punch que distingue a los grandes boxeadores manó esta vez de otro nombre propio. Se llama Kevin, se apellida Gameiro y desde ayer, otro jueves de Feria, se incrustó en una lista que integran con letras de oro en la última década Puerta, Palop, Mbia y tantos y tantos otros que han marcado goles decisivos para que las vitrinas de Nervión se vayan llenando de copas de las de verdad, de las que se alzan al aire después de litigar partidos como el que tuvo lugar en el Petrovsky de San Petersburgo.

Era digno de ver cómo todos los futbolistas de campo se dirigían de manera simbólica hacia Beto cuando el italiano Rizzoli dio los tres silbidos que finiquitaban aquello y certificaban la clasificación del Sevilla para una nueva semifinal europea y ya hasta se puede perder la cuenta de las que van en estos últimos tiempos. Todos los compañeros trataban de animar a quien podía haber sido el protagonista negativo de la noche, pero no. Ni siquiera iban a permitir quienes tan bien defienden el escudo del Sevilla que hubiera un malo en esta película. Gameiro se encargó de darle la vuelta a la tortilla en un contragolpe perfecto. En una jugada que salió de ese gran director llamado Banega, pasó por Vitolo para destrozar y llegó al francés previa apertura de piernas de Iborra para acabar de eliminar obstáculos. El resto es un derechazo cruzado pegado con el alma, igual que aquel zurdazo de Puerta desde el otro perfil, para que los sevillistas pudieran dirigirse hacia la Feria con el pecho henchido una vez más.

Tienen motivos para ello, sus futbolistas forman un verdadero equipazo, capaz de disfrutar y también de sufrir cuando el juego se lo demanda. O habrá quien proclame todavía que todo tiene que ver con la suerte. Sí, con la fortuna de tener un delantero del nivel de Gameiro en el banquillo para entrar en el lugar de Bacca cuando el físico del colombiano no aguante más y explote por sus kilómetros tratando de presionar al rival y de buscar los huecos en la zaga. Ésa es la clave, una más de mil, para que este Sevilla presente su candidatura a algo grande otra vez.

Así fue desde el principio del partido, desde que Vitolo supiera fabricarse una pena máxima aprovechando que Neto fue de pardillo. Pero para que así fuera hay que tener en cuenta que el Sevilla había salido con la intención de golpear rápido, de dejar noqueado a un Zenit obligado a tomar la iniciativa desde el principio. Tanto es así que Coke iba a tener su primera opción en el minuto tres y que en el primer periodo las acciones más peligrosas serían una internada de Aleix Vidal sin disparo final pese a tenerlo todo a su favor y otra de Bacca en la que regateó a Lodygin para que Smolnikov salvara sobre la raya lo que debía haber sido la sentencia definitiva de esta eliminatoria de cuartos.

No fue así y ya iba a avisar Rondón antes del intermedio de que el litigio aún no estaba visto para sentencia. Restaba aún un tiempo entero de juego, pero el Sevilla parecía controlar la situación a pesar de esa lesión tan temprana de un Pareja que se marchó con unos gestos de dolor que llegaban hasta la misma grada. Sin embargo, entonces llegó la noche mala de Beto para comenzar a complicar las cosas. El portugués, por el que Unai Emery había apostado fuerte en lugar de Sergio Rico, dejó muerto un centro sin aparente peligro desde la derecha y Rondón, lógicamente, agradeció el regalo y metió a los suyos no sólo en el partido, también en la eliminatoria.

El Sevilla iba a tener que sufrir aunque eso tal vez sea la manera también de poder celebrar con más alborozo si cabe. El Zenit dio un paso adelante aprovechando que Mbia no llegaba a todos los cruces como en el primer periodo y también, por qué no decirlo, porque los centros de Tremoulinas se convertían en un pastelito para los contragolpes del rival. El juego entró en una fase en la que se rompió por la posibilidad de que uno de los dos pudiera hacer daño en las contras. Bacca, primero, y Coke, después, cuando Criscito sacó otro balón debajo de los palos con su portero ya batido, habían tenido dos grandes oportunidades para sentenciar.

Sin embargo, el segundo mazazo vuelve a llegar por otro error de un Beto mal colocado ante el envenenado disparo de Hulk. Aquello ya está camino de estropearse definitivamente, entre otras cosas porque el Zenit recibe una inyección de vitaminas contra el cansancio y también porque el Petrovsky comienza a apretar de veras. En el descargo de Beto, hay que decir que entonces sí fue decisivo de manera positiva en un par de acciones concretas.

El Zenit había permitido que el Sevilla siguiera con vida y eso, en un equipo con un gen competitivo tan desarrollado, es sinónimo de golpetazo al final. Dicho y hecho, después de que Beto hubiera salvado delante de Rondón y de Hulk, con todo el mundo aquí enfervorizado por la entrada de Kerzhakov, llegó el magistral contragolpe del equipo de Emery. Banega, Vitolo, Iborra por omisión y derechazo de Gameiro imposible para Lodygin. El Petrovsky se quedó más helado que la temperatura ambiente y es que no había tenido en cuenta, tal vez, que enfrente estaba un verdadero campeón, un Sevilla Fútbol Club que vuelve a meter su bola en unas semifinales de la Liga Europa para que los suyos puedan ir con la cabeza muy erguida por la Feria. Puerta, Palop, Mbia, Gameiro... Son tantos ya...

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