Fortalecer la carrocería

No han hecho falta prismáticos para darse cuenta. En las últimas dos campañas, el Sevilla ha sufrido una notable pérdida de presencia física. Ya apenas restan visos del poderío de aquel equipo que, comandado por Emery, alcanzó e inclinó tres finales europeas. Si la calidad técnica y táctica fueron esenciales en aquel ciclo encabezado por el guipuzcoano, la carrocería de sus jugadores saltaba a la vista.

Con el éxodo de Monchi a Italia, el club enfiló una senda distinta en este aspecto. Seguramente sin quererlo, Óscar Arias descuidó factores como la estatura y el músculo a la hora de rastrear el mercado. El onubense trajo a Nolito, Navas, Muriel, Geis o Corchia. Y salvo en el caso de Kjaer, quien sí presentaba una planta imponente, todos ellos eran jugadores con dificultades en el juego aéreo. Dos años después, además, se puede decir que la falta de velocidad del central danés también ha pesado en su contra.

Un verano después, Caparrós sí tuvo más en cuenta la faceta física. El utrerano y sus colaboradores optaron por hombres como Gnagnon, André Silva, Promes, Amadou o Sergi Gómez. Pero de éstos, únicamente el delantero portugués rindió a las órdenes de Pablo Machín. La falta de chasis del equipo se evidenció durante toda la campaña pasada. Especialmente en la zona ancha. Fueron muy ilustrativos los últimos encuentros del equipo en la Liga, ya con el propio Caparrós de vuelta en el área técnica.

Con mandos pequeñitos como Banega, Roque Mesa o Rog, el Sevilla fue desbordado por oponentes teóricamente inferiores como el Girona o el Leganés, que acabaron apartándolo de las plazas de Champions. Una vez se atravesó el umbral del ejercicio 2018-19 al 2019-20, el retornado Monchi empezó a realizar gestiones. Y parece que las primeras maniobras del de San Fernando van encaminadas a volver hacer del Sevilla un conjunto poderoso en los lances individuales.

Ciertamente, no se esperaba que el director deportivo del conjunto rojiblanco fuese a hacer énfasis en el aspecto físico. Tras la llegada de Julen Lopetegui a Nervión, las intuiciones de los aficionados iban por otro lado: jugadores técnicos, asociativos, móviles. Por ahora, el perfil de los incorporados está siendo distinto.

La principal virtud de Diego Carlos (1,86 metros), llegado del Nantes francés, es la de imponerse en disputas aéreas. A buen seguro, el central brasileño dará aire al equipo en las acciones a balón parado. Como también lo hará Luuk de Jong (1,88), que pasará los exámenes médicos hoy mismo. El holandés no es sólo un ariete rematador. Su capacidad para ganar pelotas por alto y forzar la segunda jugada ha sobresalido siempre. Esta pasada campaña se adjudicó 353 de los 572 duelos aéreos que disputó en el PSV.

No son los únicos que han llegado. El gerundense Joan Jordán (1,85), procedente del Eibar, es otro perfil de esta carrocería. Un two-way player con presencia en las dos mitades del campo, poderoso en los choques y dado a embestir el área con cierta frecuencia gracias a su amplia zancada.

Incluso operaciones que aún están en una fase embrionaria inciden en esta preocupación del director deportivo del Sevilla. En la jornada del sábado, el diario L’Equipe señalaba los nombres de dos futbolistas de la Ligue 1 gala: Lucas Ocampos y Jules Kounde. Y tanto el extremo del Olympique de Marsella como el central del Girondins de Burdeos son jugadores de mucha presencia.

Kounde (1,84) se ha destapado como un central veloz en el corte y, al igual que Diego Carlos, sobresale en las alturas. De hecho, esta temporada fue el octavo jugador de la liga francesa que más duelos aéreos ganó: 120. Y también Ocampos (1,87) tiene estatura para esos lances. El argentino, siempre poderoso en el forcejeo, guarda ciertas semejanzas en esto con Vitolo, quizás el paradigma de ese Sevilla que dejó Monchi antes de marchar a Roma.

Todo apunta a que en el Sevilla quieren que Lopetegui disfrute de una plantilla alta, rápida y fuerte, como aquellas que dirigía Emery.