Estelares, estrellados y estallados

Frente a frente

Banega pudo ser esta vez el héroe, pero su disparo lejano pegó en el palo derecho de Ter Stegen y equilibró la balanza con su expulsión. Iniesta rescató a su equipo con una exhibición.

Estelares, estrellados y estallados
Estelares, estrellados y estallados
Pablo Salvago

23 de mayo 2016 - 07:02

Cuando el fútbol arrancó, toda la polémica previa se olvidó. Nadie se acordó de chorradas y sólo importó el balón. Y con el esférico de por medio, nada de esteladas. Sí dos jugadores estelares como Iniesta y Banega. Uno rescató a su equipo firmando una exhibición y demostrando, como viene haciendo desde hace años, que en este deporte cuenta tanto la inteligencia como la calidad. El otro, arquitecto de este Sevilla y líder en Basilea ante el Liverpool, lo estaba haciendo todo bien hasta que no le quedó otra que derribar a Neymar en el tiempo de prolongación. Su enorme partido estalló cuando el árbitro le enseñó la tarjeta roja equilibrando las fuerzas y ahí estalló el encuentro.

El Sevilla tenía claro que su partido pasaba por impedir que Sergio Busquets iniciase las jugadas del Barcelona. El canterano azulgrana se vio obligado casi a pedir el balón a la altura del lateral derecho y, sin la chispa de hace unos meses, el conjunto catalán naufragaba. Hasta que apareció Iniesta. Pero hasta que ese momento llegó, fueron los de Unai Emery los que llevaron el control gracias a su superioridad en el centro del campo y la genial forma de ver el fútbol de Banega. El argentino hacía fácil lo difícil. Encontraba siempre la mejor opción, recuperando balones en el medio y dando salida a los suyos por uno y otro lado.

La expulsión de Mascherano marcó el encuentro. Banega pudo poner la guinda, pero la ejecución de su falta fue despejada por Ter Stegen. Al Barça, tocado, le costó reaccionar y en el tiempo en el que el cuadro hispalense lo tuvo contra las cuerdas el argentino se erigió como un líder. Lo intentó en varias ocasiones y en el minuto 50 a punto estuvo de cambiar el signo del encuentro cuando su zapatazo, que tocó en Piqué, se estrelló en el palo derecho de Ter Stegen.

En esa segunda parte el Barcelona cambió su esquema habitual y pasó a un 1-4-4-1 en el que Iniesta pasó a jugar junto a Sergio Busquets y a partir de ahí el conjunto de Luis Enrique, que supo sufrir, empezó a crecer. Todo pasaba por las botas de sus dos jugadores y poco a poco los azulgrana fueron creciendo. Aún intentó sorprender Banega desde la medular al portero del Barça, pero el centro del campo del conjunto de Luis Enrique dio un paso adelante y el sevillista atrás. También Banega dio ese paso atrás y de empezar a edificar cada ataque de su equipo empezó a cerrar atrás los pases interiores de Iniesta y Messi a un Neymar que fue de menos a más.

Recuperó muchos balones, pero en uno de esas se jugó el tipo y en la segunda, en una acción iniciada en su campo por Iniesta, la asistencia de Messi al brasileño acabó con éste por los suelos derribado por Banega, que en el que podría ser su último partido como sevillista fue expulsado en una jugada calcada a la de Mascherano. Era el tiempo de prolongación ya y daba la sensación de que el Sevilla había dejado escapar vivo a un Barcelona que estuvo en la lona y que se levantó con la solidez de Piqué atrás y el genio de Iniesta en el centro.

El albaceteño fue genio y figura en la prórroga. Con espacios, dio un auténtico clínic: elegancia y habilidad para, con los toques justos, sacar el balón jugado, desahogar con un toque o retenerlo ante uno, dos y tres rivales. Al final nada de esteladas. Dos genios estelares, que es lo que importa en el fútbol.

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