Esperar ya es peligroso

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El Sevilla se despide de San Mamés con cierta urgencia de puntos por mucho que Míchel desdramatice la situación de su equipo con el derbi asomando. La entrada de Campaña puede desplazar a Rakitic a la izquierda.

Jesús Navas es asediado por aficionados a la salida del equipo ayer.
Jesús Alba / Sevilla

11 de noviembre 2012 - 05:02

Míchel lo verá con mucho optimismo, pero la afición lo que espera son señales definitivas, resultados y disposición ganadora. El Sevilla anda entre Pinto y Valdemoro, jugando a ramalazos y dejando dudas por el camino pese a que su entrenador -también puede decirse que es su obligación- tenga que vender otra cosa. O no, porque también los ha habido que han preferido huir del azúcar como si se tratara del más traicionero de los anticristos. La falta de gol, la ausencia de un hombre fijo que concentre la confianza de todo el mundo en la izquierda, los regalos esporádicos en la retaguardia, el bajón de competitividad que el equipo experimenta fuera de casa... son algunos de los defectos que han motivado que el equipo blanco haya sumado cuatro puntos de los últimos quince posibles.

Pero por este último dato, un número desnudo y frío, no puede el entrenador del Sevilla dar la espalda a la realidad y querer pretender que las cosas buenas prevalezcan sobre las no tan buenas o sobre las malas. Si lleva parte de razón en el hecho de que en algunos encuentros su equipo mereció algo más, también habría que recordarle que en otros, como en la ida de la Copa ante el Espanyol, el resultado final pudo ser otro muy distinto.

Pero esto es la Liga y Míchel lo que debe hacer por todos los medios es que su equipo se plante hoy en San Mamés con una imagen de una vez ganadora, que desgrane seguridad y que no deje levantarse a un rival tocado y cansado. Es verdad que debe ser difícil conseguir eso con una plantilla quizá demasiado joven, pero las excusas se tienen que ir acabando y si hoy el Sevilla no es capaz de ganarle al Athletic muchos empezarán a pensar que cuál será entonces el estadio de Primera División en el que los de Míchel sean capaces de ganar. Además, hay una cosa que no se nombra, pero que está ahí: el derbi. Y si el Sevilla no recorta puntos en esta jornada el nerviosismo puede instalarse en varios de los estamentos del club.

Por todo eso, se quiera o no, se mire de una manera o de otra, el último Athletic-Sevilla de la historia que se disputa en San Mamés es una final para el equipo de Míchel. No a vida o muerte, evidentemente, pero sí una final porque resultaría muy peligroso volver de Bilbao sin sumar. Significaría que los puestos europeos se empezarían a escapar de forma inquietante, significaría que la visita del Betis al Ramón Sánchez-Pizjuán adquiriría más tintes de drama y que la figura de Míchel empezara a perder crédito. Por contra, ganar hoy al equipo de Bielsa tendría el efecto opuesto, un golpe de moral que los nervionenses deberían aprovechar.

Y ahí ha trabajado el cuerpo técnico sevillista: minimizar los defectos detectados, y reconocidos algunos por Míchel, como esa falta de efectividad ante el gol, y hurgar en las heridas de un Athletic que va a tener a San Mamés en contra si a las primeras de cambio las cosas no le van bien. La derrota del jueves ante el Lyon debe hacer el doble efecto favorable para los intereses del Sevilla. Además, el cuadro rojiblanco redobló los esfuerzos en una reacción que al final fue baldía y que hoy debe pasarle factura en lo físico, sobre todo si el entrenador argentino, como así parece, va a repetir el mismo once que jugó la Europa League.

Pero de nada valdrá si los jugadores del Sevilla no se aplican, si no demuestran que tienen hambre y ambición y, sobre todo, si no aparece la calidad. Hombres como Negredo deben tener su día y -visto lo visto- el gol depende única y exclusivamente del vallecano. La falta de efectividad de la que se queja Míchel sólo se arregla si Negredo enchufa alguna de las que tenga, y para que las tenga también se tiene que dar que Rakitic mejore su nivel de juego con respecto a los últimos partidos, en los que al suizo-croata se le ha visto bastante cansado.

Y es que el mal momento de algunos, puede provocar cambios. Cicinho es otro que no anda bien, pero a veces se necesita un meneo de los ingredientes en la zona en la que se gesta todo y ahí Campaña en dos ratitos ha querido reivindicarse. Si Míchel decide darle un sitio, puede que Rakitic salga del once. O bien que lo haga Luna y busque con el rubio lo que encontró con Trochowski, mayor control del centro por superioridad numérica. También porque no hay mucho más con Perotti y Manu del Moral lesionados y Reyes no se sabe muy bien en qué situación. El utrerano, que lo ha intentado en sus últimas apariciones aunque la sensación general haya sido que no, debe de plantarse ya y decir aquí estoy. San Mamés es el escenario perfecto, un estadio que dice adiós esta temporada y que se ha convertido en favorable para el Sevilla, que ha ganado cinco de las últimas diez veces que lo ha pisado en la Liga. No obstante, desde la marcha de Jiménez y aquel 0-4 no sale victorioso de este vetusto recinto con sabor a fútbol que ha asistido a tardes históricas para los nervionenses. Aquí debutó Maradona, aquí se dio a conocer Carlitos con un gol y una carrera llena de pillería, aquí se lesionó y jugó su último partido con el Sevilla Luis Fabiano... aunque también vivió encuentros para olvidar, como aquella semifinal de Copa en la que el león se comió la ambición de una descarada frase de Del Nido.

No hay mucho tiempo para esperar al Sevilla y Míchel debe metérselo en la cabeza. El derbi está al doblar la esquina y la situación no es la que el sevillismo esperaba. La efectividad, ésa que Míchel echa de menos, tiene que aparecer. Pero ya.

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