España, en vilo por coronar la 'edad de oro' de su deporte
Semifinales · España
La gran generación de deportistas españoles encabezada por Gasol, Nadal y Fernando Alonso puede ser culminada con la consecución del Mundial.
España está en vilo. La euforia ante el partido de este miércoles, en el que la selección de fútbol puede pasar por primera vez a la final de un Mundial, tiene a la opinión pública monopolizada, las calles embanderadas y a más de un comerciante frotándose las manos. "La selección ha conseguido unir a todo el país con la ilusión de ganar", definió uno de los "héroes" del deporte español, el baloncestista Pau Gasol, ante la semifinal contra Alemania a las 20:30 horas, en Durban.
No es el único deportista entusiasmado con el grupo dirigido por Vicente Del Bosque. Rafael Nadal, número uno del tenis mundial, se declaró "loco" por el fútbol y no dudó en pronosticar: "Con Alemania ganamos nosotros". Los éxitos de Gasol, que acaba de ganar su segundo anillo en la NBA con Los Angeles Lakers, y de Nadal, que el domingo conquistó su segundo Wimbledon, coinciden estos días con la marcha directa al título en Moto GP de Jorge Lorenzo y el inicio del Tour de France, con Alberto Contador como gran favorito tras haberse impuesto ya dos veces en París. "Han sido increíbles estos dos últimos años", dijo Nadal sobre estos éxitos. "Desde luego es un periodo fantástico", coincidió el bicampeón de Fórmula 1 Fernando Alonso, según el cual "España está a otro nivel".
El fútbol se encuentra ahora a dos partidos de coronar "la edad de oro del deporte español", como lo definió el diario Marca. Y las cifras indican que cada vez más gente lo ve posible. En las calles de la mayoría de las ciudades abundan los balcones decorados con la bandera española. Antes del primer partido del Mundial, los comerciantes ya tenían razones para celebrar: las ventas de la insignia se multiplicó por cinco, según fuentes del sector.
En los días en que juega España, el mar rojo y gualdo baja de los balcones a las calles para unirse frente a las pantallas gigantes colocadas en varios puntos del país. El principal punto de reunión, en la explanada del estadio Santiago Bernabéu en Madrid, ha venido reuniendo hasta ahora cerca de 20.000 personas en cada partido. Otros miles optan por seguir los encuentros en los decenas de cines que los proyectan en directo con tecnología 3D.
Por millones, en cambio, se cuentan los que prefieren reunirse frente al televisor. Más de 12 millones de personas han venido siguiendo cada gol de David Villa en Sudáfrica 2010, y se cree que el partido de semifinales y una posible final podrían batir los récords de audiencia históricos. También aquí el negocio progresa al mismo ritmo que la selección: la cuota de pantalla en Telecinco, la cadena que transmite los partidos de la selección, ronda los 50.000 euros (unos 62.000 dólares) cada 20 segundos, según medios locales.
Las caras pintadas, los balcones y coches decorados con banderas, los teléfonos móviles sonando con el himno español y los omnipresentes lemas reciclados del Mundial 2006 ("¡A por ellos!") y de la Eurocopa 2008 ("Podemos") tienen mientras tanto un "efecto colateral": paliar la depresión por la fuerte crisis económica.
El éxito de la selección es una de las pocas noticias para celebrar en un país con cerca de cuatro millones de desempleados, una importante crisis de deuda y un plan de ajuste en marcha que incluye aumento de impuestos y recortes de gasto y empleos. "Veo a España cada vez mejor", dijo el lunes el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Se refería, por supuesto, al partido contra Alemania. "Creo que nos hemos acercado bastante en cuanto al diferencial en relación Alemania y creo y confío en que vamos a superar ese diferencial el miércoles", continuó, jugando con la situación de la deuda pública española.
Zapatero no podrá asistir a las semifinales por problemas de agenda. Sí viajará a Durban la reina Sofía. Desde las gradas del estadio Moses Mabhida podrá ver, en el mejor de los casos, un triunfo histórico de la selección española que desataría la euforia en la Península, y por más de un motivo.
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