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España se cita con la inmortalidad

Semifinales. Alemania-España

Un gol de Puyol de estrategia permite a la selección tocar las estrellas y meterse en la gran final del Mundial por primera vez.

Puyol remata de cabeza en el gol de la victoria española. / AFP
Jesús Ollero

07 de julio 2010 - 22:24

España se convirtió en finalista de un Mundial por primera vez en su historia después de derrotar por 0-1 con abrumadora justicia a una racanísima Alemania en la segunda semifinal. El domingo la selección pugnará por el cetro universal con Holanda en una cita histórica tras ir creciendo de reto en reto hasta convertirse prácticamente en inexpugnable.

En un encuentro en el que bordó el toque y le faltó algo de llegada, España controló los 90 minutos a un rival de postín que venía de animar un Mundial algo tibio y de golear a Inglaterra y Argentina. Con una seguridad espectacular, España sufrió poco, poquísimo, y siempre dio la impresión de estar más cerca el segundo gol que una llegada clara germana.

Esta vez Puyol, y no Villa, y en jugada de estrategia, sentenció el triunfo español, que encumbra a una generación nunca vista y nunca disfrutada que está sólo a un paso de coronarse como absoluta dominadora del fútbol planetario, tras su impactante triunfo en la Eurocopa hace dos años, justamente ante Alemania.

Muy sólido, extraordinariamente sólido, el equipo nacional salió decidido a ganarse la plaza en la gran final con lo que mejor sabe hacer: tocar. Tocar y tocar. Y volver a tocar. Y luego tocar un poco más. Y cuando Alemania ya no sabe adónde mirar, girarse sobre sí mismo y tocar de nuevo.

Para ello, Del Bosque sacó del equipo a Torres y ubicó a Pedro, evidentemente de mayor desborde y mayor trabajo de atrás hacia delante. Empeñado en mantener a los tres centrocampistas (Busquets, Xabi Alonso y Xavi) para fortalecer el balance defensivo sin perder toque, pero a costa de menguar las llegadas, el seleccionador apenas fue capaz de hacer avanzar algo al madridista para intentar aprovechar el espacio entre líneas alemán.

Con poco juego de bandas –España no está ahora diseñado para ello– y un vendaval de toque por el centro, el único 'pero' era que las incorporaciones resultaban insuficientes. España tocaba de cine, pero no inquietaba a Neuer. Sólo de salida, con una gran ocasión de Villa a los seis minutos, el meta alemán se vio acosado.

Se suponía que Pedro también salía para ayudar a taponar las salidas de Lahm, pero España se encontró con que Alemania no tenía la menor intención de hacer subir a sus laterales, sino de enganchar un contragolpe por sorpresa con la calidad de un ausente Özil o la arrancada de un frustrado Schweinsteiger hacia Klose (desaparecido) y Podolski (más desaparecido todavía).

Así, España tenía todo el campo para tocar y acumulaba hombres para replegar, de forma que las posibilidades alemanas de sorprender eran reducidísimas. Hay que insistir, todo a costa de que la selección no tenía remate porque no había incorporaciones, recordando peligrosamente a la sensación de superioridad del día de Suiza: abrumador dominio, cero ocasiones.

A España le trajo sin cuidado el escaso empeño alemán. La columna vertebral de la selección, del Barça (Piqué-Puyol, Busquets-Xavi-Iniesta más esta vez Pedro), está acostumbradísima a hartarse de tocar ante un rival que espera, y terminar de recoger beneficios por calidad y por lógica.

Así fue. Y de la manera más inesperada. O no. Porque sin llegada, con apenas Villa como línea de pase cada vez que España llegaba a zonas serias, las acciones a balón parado cobraban una fuerza tremenda. Con Alemania cerrando bien a pesar del soberbio despliegue español, fue ahí donde de verdad se ganó la partida. El factor sorpresa fue rojo, quién lo iba a decir, y a balón parado ante las torres alemanas.

Un córner lanzado por Xavi a una zona donde los porteros no suelen salir (y menos uno muy de quedarse en la raya como Neuer) lo remató a la perfección Puyol, entrando como un tanque y sin que ningún alemán se diera cuenta. La clavó a la izquierda del portero, ya bien avanzado el tema, y el reloj fue cayendo romo y pausado para felicidad española.

Pudo sentenciar a la contra España, como no podía ser de otra forma, pero Pedro se empeñó en marcar de forma impropia a ocho minutos del final, con Torres prácticamente para empujarla. Sólo no lograr el 0-2 daba algo de emoción porque España sabe hacer de todo y cerró todos los centros alemanes.

Poco importa ya si debía jugar este o aquel, si había que hacer este retoque o este otro, si los cambios se hacen tarde, si son los adecuados... Del Bosque ha mantenido al grupo unido y totalmente convencido de que se puede salir campeón. Eso vale mucho, puede que tanto como la táctica más certera. Claro que viene a colación esa frase de Valdano que a veces sienta tan mal: El fútbol es un estado de ánimo. Si luego son los futbolistas los que juegan...

Histórico, sencillamente indescriptible. No busquen un calificativo ingenioso ni ocurrente. Limítense a disfrutarlo porque es lo nunca visto. Nunca la selección fue tan grande, nunca rompió unos límites que quizás jamás debieron existir. El fútbol español se ha situado de verdad en el mapa, guste o no guste, lo comprenda Maradona o no lo comprenda, tenga más influencia Del Bosque o no la tenga.

España es justísima finalista. El domingo, el campeón del mundo lo será por primera vez. Hay que disfrutar del momento, nunca se sabe si se repitirá... ¡España puede dominar el mundo! ¿Hay alguien que pueda impedirlo? ¿Hay alguien capaz de parar esto? ¡¡¡¡Vamos!!!!

0 - Alemania: Neuer; Lahm, Mertesacker, Friedrich, Jerome Boateng (Jansen, 52'); Khedira (Mario Gómez, 81'), Schweinsteiger; Trochowski (Kroos, 62'), Özil, Podolski; y Klose.

1 - España: Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol, Capdevila; Busquets, Xabi Alonso (Marchena, 93'); Iniesta, Xavi, Pedro (Silva, 85'); y Villa (Fernando Torres, 81').

Gol: 0-1 (73') Puyol.

Árbitro: Viktor Kassai (Hungría). Sin amonestados.

Incidencias: Encuentro de semifinales del Mundial de Sudáfrica 2010, disputado en el estadio Moses Mabhida de Durban, ante la presencia de 60.960 espectadores. La Reina Sofía asistió al partido en el palco de honor, junto al presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter.

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