Emery emula a McLuhan
"El medio es el mensaje", sentenció el filósofo canadiense, muy similar a lo que el técnico vasco avisó y ejecutó con la suplencia de Denis Suárez.
"El medio es el mensaje". La frase, que resume la simbiosis entre los mass mediay lo que en éstos se propala y difunde, fue pronunciada por el filósofo canadiense Marshall McLuhan, pionero en el estudio de la hoy tan desarrollada sociedad de la información. Unai Emery utilizó el viernes los micrófonos de la sala de prensa del Sevilla para enviar un mensaje con el que pretendía, a la par, poner la tirita por si surgía la herida.
El mensaje, paradójicamente, iba de medios. Advirtió el competente técnico de Fuenterrabía que M'Bia y Krychowiak no son centrocampistas defensivos e incluso instó a repasar los goles que éstos atesoran para que su aserto cobrase más fuerza. La consideración que el entrenador tiene de estos futbolistas es, como poco, matizable. Pero lo que no admite discusión ninguna es que Denis Suárez es más ofensivo que éstos. Meterá más o menos goles, pero el gallego juega como un centrocampista en la corona del área rival. Ahí establece su territorio y disfruta. No es un organizador puro, pero, sin duda, es un futbolista "distinto", como lo define un sevillista de pro que atiende por Manolo Mendoza y ve el fútbol como nadie sentado en la grada de Preferencia. Además, para bien, a la fecha, Denis ha simbolizado el juego de ataque del Sevilla.
En el Calderón, Emery renunció a ese fútbol. El Sevilla saltó al césped a jugar en función del Atlético de Madrid. Ése fue el mensaje del vasco al alinear a Carriço y por delante de él a M'Bia y Krychowiak. Músculo y juego aéreo que no sirvieron de nada. Más allá de lo que se diga, el mensaje es lo que se hace. Emery puede decir lo que quiera que siempre lo dirá Emery (es el medio). Y Bacca miraba hacia atrás y no veía a nadie. Y a los extremos no les llegaba un balón en ventaja...
El remedio no surtió efecto. Lo cierto es que se intuía. Con el 2-0 al descanso, a pari Banega y Denis, el argentino casi en paralelo con M'Bia; el niño, acostado a la izquierda. Demasiado control tal vez: de la nada al todo. Y Deulofeu en el banquillo. Ni el balón parado, arma letal rojiblanca, justificaba tan ratero planteamiento. ¿Por qué entonces se alineó ese híbrido que atiende por Diogo Figueiras en lugar de Coke? Con todas las torres menos Iborra, el Sevilla encajó el primer gol en una segunda jugada tras una falta; el segundo fue puro de estrategia tras otra. Y el cuarto, más aún... El balón parado en defensa también hay que trabajarlo, que ya se sabe que en ataque, aun sin Fazio, va el equipo sobrado.
Seguramente, McLuhan, por su procedencia, no sabría nada de fútbol. Pero con sólo explicarle la alineación hubiese podido prever sus efectos.
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